Dice Julio Basulto (Barcelona, 1971) que para diferenciar un buen libro de divulgación científica del enésimo best seller que promete el milagro anticáncer ya no basta con acudir a las referencias bibliográficas. "Busca una gilipollez y, cuando la encuentres, tiras el libro". Desgraciadamente, ni todo el mundo está dispuesto a renunciar a ciertas creencias ni la industria editorial tiene intención de rechazar los pingües beneficios que obtiene de la venta de patrañas anticientíficas que juegan directamente con la salud de las personas.
Por esta razón, este reconocido dietista-nutricionista, divulgador y profesor de la Universidad de Vic ha hecho suya la máxima de Sófocles que dice que "vale más fracasar honradamente que triunfar gracias a un fraude". De hecho, la frase aparece en las primeras páginas de su último libro, Dieta y Cáncer. Qué puede y qué no puede hacer tu alimentación (MR Ediciones), que firma a cuatro manos junto a Juanjo Cáceres (Barcelona, 1974), doctor en Historia y autor de decenas de publicaciones sobre alimentación humana.
En el libro, una línea más abajo y justo después de la máxima del poeta griego, otro de los motivos que han llevado a Basulto y Cáceres a la publicación de un manual como éste en un país como el nuestro, donde dos millones de personas sustituyeron en el último año un tratamiento médico por pseudoterapias: "Cuando una afirmación es demasiado bonita para ser verdad, casi siempre es una vil mentira".
¿Cómo es posible que en un momento en el que hay más información que nunca, en el que hay más certezas que nunca sobre los tratamientos que funcionan y los que no, 11 millones de españoles sigan creyendo que la homeopatía tiene efectos beneficiosos para la salud?
Es una coincidencia de varios factores. Por un lado, existe un bajo criterio científico entre la población. Por otro, hay grandes campañas de publicidad por parte de la gente que vende homeopatía. Y, por otro, existe una falta de regulación por parte de las entidades sanitarias, que permiten que haya homeopatía en las farmacias, que es algo sangrante.
Porque vale, la industria farmacéutica es un negocio que no siempre es muy transparente. Pero oye, la industria farmacéutica invierte miles de millones en el desarrollo de cada fármaco. Y muchos de ellos ni siquiera salen al mercado. Y, cuando están en el mercado, algunos son retirados. ¿Dónde va el dinero de la homeopatía? Porque claro, no tienen que hacer ensayos clínicos. ¿Dónde va? A la publicidad. Es lógico pensar que tienen mucho más dinero para publicidad que cualquier otra industria que tenga que invertir en eficacia y seguridad, como ocurre con los fármacos tradicionales.
¿Existe alguna dieta, algún alimento, algún nutriente o alguna planta que cure el cáncer? Hay charlatanes que han llegado a hacer este tipo de afirmaciones.
No y mil veces no. Absolutamente ninguna. ¿Curar el cáncer con alguna dieta, algún alimento o alguna planta? No, y no ocurrirá nunca. Con las dietas, con los nutrientes o con las plantas medicinales eso no va a ocurrir porque no es plausible.
¿Por qué a algunas personas les es más fácil creer en las bondades del cartílago de tiburón, por ejemplo, que en las bondades de la berenjena?
Nos atrae más lo exótico que lo cercano. Si alguien te dice que el pan cura el cáncer (que no es verdad), no te lo vas a creer porque lo tomas todos los días de tu vida. Pero si alguien te dice que la chía, que viene de lejos, es más cara y llega en forma de comprimido, lo cura, eres más proclive a creerlo. Y, luego, hay una industria de nuevo detrás, la industria del cartílago de tiburón, que pone mucho dinero, que no se invierte en investigación, por supuesto, y cuyos beneficios van directamente a su bolsillo o a la publicidad.
Algunas de las premisas en las que se basa la dieta alcalina o la dieta détox parten de que hay alimentos que sirven para limpiar el organismo.
No hay alimentos que sirvan para limpiar el organismo. Hay un estudio que apunta que dos de cada diez personas en atención primaria están dispuestas a cambiar su estilo de vida. Las otras ocho, no. Las otras ocho quieren una pastilla, una dieta milagrosa, o el cartílago de tiburón. Dos de cada diez están dispuestos a cambiar sus hábitos, pero otra cosa es que lo hagan. Porque cambiar nuestros hábitos es muy difícil. Es mucho más cómodo y más fácil comprar un cartílago de tiburón, hacer una dieta détox o ir a confesar al cura tus pecados que dejar de pecar para siempre.
Yo no digo que uno sea responsable de sus hábitos de vida, porque cambiarlos es muy difícil e influyen muchos factores en esto. Pero el détox es una estafa. Y la dieta alcalina puede ser perjudicial, sobre todo a escala poblacional, porque te aleja de un patrón de alimentación saludable. Una dieta muy seguida por pacientes con cáncer es la cetogénica, que acaba traduciéndose en una alta ingesta de proteína. Y aumentar el consumo de carne roja implica aumentar el riesgo de cáncer de colon.
El consumo de carnes procesadas ha sido relacionado con una mayor mortalidad. ¿Deberíamos eliminarlas para siempre de nuestra dieta?
Lo que dice el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer o lo que dice el Centro de Investigaciones Oncológicas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es "avoid". Evitar. Es una palabra que no deja lugar a la ambigüedad. Lo que yo entiendo como nutricionista es que hay que tomar carne procesada pocas veces al año. Porque claro, hay quien dice que hay que tomar "con moderación". Pero, ¿qué significa con moderación? ¿Un bocadillito de jamoncito de bellotita al día todos los días de mi vida? Es posible que a mí no me haga nada, pero una persona cuyo padre ha muerto de cáncer de colón, ha heredado sus hábitos y come un montón de carne procesada, puede llegar el día en que se desborde el vaso y acabe padeciendo cáncer. Yo prefiero poner una cifra, y esa cifra para mí es pocas veces al año. Y eso no es una vez a la semana.
En España, muchos niños hemos crecido a base de bocatas de jamón. ¿Debería ser la última de las opciones de un padre o una madre para alimentar a su hijo?
Si me das a escoger entre un bocadillo de jamón y un Bollycao, prefiero el bocadillo de jamón, qué quieres que te diga. Por la ración de consumo que existe en España de jamón y, a su vez, la ración de consumo que existe de ultraprocesados, el mensaje que hay que enviar a la población es: "Oye, quítate los ultraprocesados". Porque el 32% de las calorías que tomamos los españoles provienen de los ultraprocesados y, por lo tanto, el riesgo de obesidad es muy elevado.
¿Un bocadillo de jamón debería ser la última de las opciones de una madre para alimentar a su hijo? Pues no lo sé. Pero lo que sí sé es que como sanitario tengo que decirte: "Mejor no le des un bocadillo de jamón habitualmente a tu hijo. Ponle, por ejemplo, tortilla".
¿Una persona con sobrepeso es una persona con un mayor riesgo de padecer cáncer?
Sí.
Pero, a la misma vez, una persona con sobrepeso puede ser una persona más sana que otra con un peso normal.
Por supuesto. La ciencia indica que una persona con sobrepeso que sigue un buen estilo de vida tiene menos riesgo que una persona con normopeso que sigue un mal estilo de vida. ¿Pero qué pasa? Que todos seguimos un mal estilo de vida. Y por lo tanto, yo tengo que mandar un mensaje unánime que es: "Haga lo posible por evitar el sobrepeso y, a la vez, mejore su patrón de alimentación".
¿La creencia extendida de que "hay que comer de todo" es tal vez uno de los mitos que más daño ha hecho a la salud general de la población?
Sí. Yo la pondría en el 'top ten' de las falsas creencias. Porque es un mito potenciado por una parte de la industria alimentaria, que está deseosa de aumentar nuestra cuota de estómago, de que comamos más cantidad de los alimentos que ellos venden.
"No comas mejor, deja de comer peor" es una máxima que le he leído en alguna ocasión y que no siempre ha sido entendida. La última vez, sin ir más lejos, cuando el chef Juan Llorca dijo que prefería que un niño no desayunase a que tomase leche con cualquier bebida chocolateada y una magdalena.
Esta frase se basa en el trabajo de un investigador que concluyó que los efectos de aumentar el consumo de alimentos saludables en la salud son menores que los efectos de aumentar el consumo de alimentos perjudiciales. Hay estudios que muestran que las intervenciones dirigidas a que la población deje de comer mal son más efectivas para la salud que las intervenciones dirigidas a que la población incremente el consumo de frutas, hortalizas, legumbres, etc.
¿Existe algún beneficio en el consumo moderado de alcohol? ¿Pasa algo por tomarse una cervecita de vez en cuándo o una copita de vino?
¿Existe algún beneficio en gritar a tus hijos? Es posible. Pero, ¿por qué los psicólogos dicen que no gritemos a nuestros hijos? Porque perjudica más que beneficia. El beneficio puede ser a corto plazo, pero a largo plazo el niño pierde el autocontrol, tú pierdes la autoridad… Seguramente haya algún beneficio en el consumo moderado de alcohol, pero el perjuicio es muchísimo mayor que el supuesto beneficio. Entre otras cosas, porque buena parte de la población tiene riesgo de alcoholismo. Y no sabemos qué porcentaje de gente empieza consumiendo alcohol de forma moderada, y acaba siendo alcohólica. Es mejor no recomendar algo que tiene un alto potencial de adicción y que es una de las primeras causas de mortalidad. Millones de muertes cada año son atribuibles al alcohol a escala mundial, y es el doble o el triple que los accidentes de tráfico.
Entonces, ¿por qué hay reputados catedráticos de Medicina que afirman que sí que los tiene, que en algunos grupos de población una copa de vino puede ser buena?
Por irresponsabilidad.
¿Y eso del "consumo responsable"? ¿Qué es el "consumo responsable" de alcohol?
Hay una frase de una investigadora que dice que es absurdo delegar en la población la responsabilidad en la regulación de una sustancia adictiva. ¿Cómo puedes delegar en el autocontrol de las personas la regulación de una sustancia de la que va a costar mucho desengancharse? Cuando escribí el libro ‘Secretos de la gente sana’ (2012), en aquella época, cambió el mensajito que venía debajo de las bebidas alcohólicas. Debajo de estas bebidas decía: "Bebe con moderación, es tu responsabilidad". El mensajito que aparece ahora es "Disfruta de un consumo moderado". Antes era malo, pero es que ahora es nefasto.
Este libro, Dieta y cáncer, es muy probable que esté en una librería en la misma estantería que otros libros de dietas milagro o de pura charlatanería. ¿Cómo diferencia una persona de a pie un buen libro de divulgación de una basura?
Antes del libro de Odile Fernández pensaba que la manera de diferenciarlo era tan simple como mirar las referencias bibliográficas. Odile Fernández, en su libro, Mis recetas anticáncer, que es un best seller, ha metido mil citas bibliográficas. La respuesta simple es que no puedes. Pero un día, dando una conferencia en un hospital sobre este tema, se me ocurrió la manera de diferenciarlo. Imagina que eres un experto en seguridad vial. Tienes dos libros de seguridad vial y los dos los han escrito supuestos expertos. Odile Fernández es médico y, hombre, ¿cómo vas a dudar de lo que dice un médico? Buscando una salvajada en el libro.
El libro de Dukan no es que fuera una completa basura. Había cosas que estaban bien. Pero claro, decía que para adelgazar tenías que ducharte y que el agua fría tenía que caer sólo por tu espalda. Si tú lees en un libro que para adelgazar tienes que ducharte con agua fría, ¿qué piensas del resto? Es un sinsentido de tal calibre que cualquier otra cosa que puedas leer queda totalmente desacreditada. Esto sucede con Odile Fernández. Desde el mismo momento en que lees que para curar el cáncer tienes que quitarle el cloro al agua, decirle al agua "me voy a curar", escribirle y transmitirle esa energía positiva, y que eso tiene efectos positivos "inimaginables". A partir de ahí, queda todo desacreditado.
Si tú compras un libro de seguridad vial, muy bien escrito, en el que se dice que no pasa nada por conducir con los ojos vendados a 200 por hora, que es bueno, porque así desintoxicas tu cerebro de lo que has visto en la carretera, ¿tú qué harías con el libro? Aunque lo firme un catedrático de seguridad vial. Ese libro hay que tirarlo a la basura. Léelo y busca una gilipollez, y cuando la encuentres, tiras el libro.
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