Al desayuno le hemos dado una importancia que, realmente, no se merece. O, al menos, no en tanta medida. La costumbre de levantarnos y tomar un vaso de leche, un Cola Cao o un zumo de naranja con unas galletas, unos cereales o unas magdalenas es una tradición fuertemente arraigada en miles de hogares. De hecho, hay quien piensa que salir de casa sin haber llenado previamente el buche es poco menos que un sacrilegio, "que luego hay que rendir y nuestro cerebro necesita glucosa". Y lo que es peor: son muchos los que creen que desayunar puede ayudarnos a adelgazar. Ni una cosa ni la otra son ciertas.
Pero empecemos por el principio. ¿De dónde surge el mito de que el desayuno es la comida más importante del día? Tal y como explicaba en este artículo de EL ESPAÑOL Daniel Ursúa, dietista-nutricionista, divulgador y autor de Nutrihabits, es más que probable que la importancia exagerada que hemos otorgado a la leche durante la infancia tuviera buena parte de la culpa: "Como la leche hay que acompañarla con algo, se apuntan los cereales de desayuno, la bollería y el cacao azucarado, que es la manera rápida de conseguir que, sobre todo los niños, desayunen sin grandes problemas".
Ursúa señala que una parte muy importante de la industria alimentaria se ha beneficiado sobremanera de esta falsa creencia "y la ha potenciado". Basta con acudir a cualquier supermercado y echar un vistazo a la ingente variedad de productos ultraprocesados repletitos de azúcar y harinas refinadas que hay en las estanterías. Ni siquiera las supuestas versiones saludables, disfrazadas con reclamos como "digestive" o "fitness", son buenas opciones para nuestra salud.
"Ya, pero nuestro cerebro necesita glucosa para funcionar por las mañanas, que eso lo sabe todo el mundo", suele ser la respuesta habitual cuando le dices a alguien que no pasa nada por saltarse el desayuno. "Es cierto que nuestro cerebro, en una situación normal, utiliza la glucosa para su normal funcionamiento durante todo el día, tanto a la mañana, como a la noche", confirma Ursúa. "Pero esto no quiere decir que nada más levantarnos necesitemos glucosa ya que nuestro cuerpo tiene las reservas necesarias para estar varias horas sin necesidad de comer".
Además, tal y como recuerda el nutricionista, alimentos mucho más sanos como las frutas y las verduras también aportan glucosa, entre otros muchos beneficios, y es rara la vez que los encontramos en la mesa del desayuno.
¿Y lo de que ayuda a adelgazar?
Otro de los mitos que rodean al desayuno dice que realizar habitualmente esta comida puede ser una buena estrategia para perder peso. ¿En qué se basa esta teoría? Tradicionalmente siempre se ha pensado que saltarse el desayuno provocaba en nuestro organismo una sobrecompensación de energía durante el resto del día. Además, comer más temprano podría conseguir que llegásemos más saciados al resto de comidas e ingiramos menos alimentos. Se trata de una idea equivocada. O al menos eso dice una revisión sistemática que acaba de ser publicada en la prestigiosa revista científica The BMJ.
Un equipo de investigadores encabezado por Katherine Sievert, reconocida epidemióloga de la Universidad de Monash (Australia), decidió analizar 13 ensayos aleatorios controlados que se habían publicado en las últimas décadas para comprobar si, efectivamente, desayunar de forma regular tenía algún efecto sobre la pérdida de peso. Y, efectivamente, lo tiene, pero no de la forma que pensábamos. La principal conclusión del estudio es que aquellos sujetos que desayunan regularmente consumen una media de 259,79 kilocalorías diarias más que aquellos que no lo hacen. "Se debe tener una precaución al recomendar el desayuno para bajar de peso en adultos, ya que podría tener el efecto contrario", señalan los investigadores.
En realidad, éste no es el primer trabajo que cuestiona que el papel del desayuno a la hora de combatir el sobrepeso. Por ejemplo, en 2014, otro estudio publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, también apuntaba en esta línea. Y, en 2016, otro trabajo volvía a decir que "no está claro" que el desayuno juegue un papel importante de cara a perder unos kilos de más. ¿Entonces, por qué hemos creído que desayunar puede ser una buena forma de controlar el peso? Hay dos hipótesis plausibles. La primera y más obvia es que algunos estudios (sobre todo observacionales) han apoyado esta idea durante un montón de tiempo.
La segunda explicación, según Ursúa, es la misma que hay detrás de muchas dietas milagro como la del grupo sanguíneo. "Alguien que no desayunaba o lo hacía de forma desordenada, empieza a controlar su alimentación e instaura, entre otros, el hábito de desayunar. Por el efecto del cambio global de hábitos pierde peso y lo asocia al desayuno", sostiene el especialista.
¿Por qué entonces hay algunos nutricionistas que, a la hora de abordar dietas de adelgazamiento, recomiendan comer entre horas frutos secos, fruta o crudités de verduras para llegar más saciados a la hora de la comida o la cena? Es lógico pensar que de esta forma es probable que vayamos a ingerir una menor cantidad de comida. Ursúa responde: "No hay una única fórmula para todo el mundo. Habrá un perfil de paciente que precise de varias tomas a lo largo del día para controlar la ansiedad y las ganas de comer y, por el contrario, habrá otro perfil que lo que necesite sea justamente lo contrario, no tener la sensación de estar continuamente comiendo".
El especialista señala también que, más allá de obsesionarnos con desayunar o no, "lo más importante es controlar que esa ingesta sea saludable y tenga sentido dentro del resto de comidas del día". Además, subraya que en lo que realmente deberíamos fijarnos es en tener unos hábitos de alimentación totalmente saludables. "Es muy importante que dejemos de pensar en el desayuno como en una ingesta aislada del resto. Es igual de importante que la comida o la cena, y su composición debe adecuarse al plato saludable de Harvard. Bajo esas premisas, la composición dependerá de los gustos, hábitos y necesidades de cada uno", finaliza.
[Más información: No, los frutos secos no engordan: el adiós definitivo a un mito sin sentido]
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