Las carnes que, generalmente, se asocian con dietas de adelgazamiento son las blancas. Por lo general, son carnes con menos calorías porque contienen una proporción menor de grasa. Sin embargo, existen algunas carnes rojas que también tienen pocas calorías. En cualquier caso, tanto la carne roja como la blanca son fuente de proteínas, de algunas vitaminas como la B12 y de minerales como el hierro.
Entre otras ventajas, la carne blanca puede consumirse con más frecuencia que la roja porque tiene un menor contenido de purinas. Estas sustancias se derivan de la degradación de las proteínas y elevan el ácido úrico que, a su vez, puede formar cristales y aumentar las probabilidades de sufrir artritis. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el consumo habitual de carne roja se vincula a un riesgo mayor de muerte por enfermedades del corazón y diabetes, entre otras dolencias.
La OMS, además, aporta otro dato: 34.000 muertes por cáncer al año y en todo el mundo se pueden atribuir a dietas en las que se abusa de la carne roja. El consumo de este tipo de alimentos debe restringirse a una ración semanal. Sin embargo, la carne blanca magra puede consumirse tres veces a la semana, siempre y cuando, la base de la dieta sean las verduras y las hortalizas.