Nada sustituye a la hora de mantener la línea a las recomendaciones de toda la vida: unos hábitos alimenticios equilibrados, una dieta que controle la ingesta de calorías, grasas, azúcares y proteína animal, y ejercicio físico con regularidad. Pero ante los niveles epidémicos de obesidad que sufre nuestra sociedad occidental, la reeducación conductual no siempre es suficiente. El recurso al balón intragástrico se ha convertido así en un recurso común para lograr la pérdida de peso a medio plazo.
Se trata de un globo de silicona que se introduce en el estómago de un paciente bajo sedación por vía endoscópica, a través de la cual se hincha con una solución salina. Ocupa espacio e induce saciedad al presionar las paredes estomacales, por lo que el individuo se satisface antes y pierde peso a consecuencia de comer progresivamente menos. Pasados siete meses el instrumento es retirado por el mismo procedimiento, pero durante este periodo las personas bajo tratamiento pueden experimentar náuseas, y hasta un 20% sufre una reacción de intolerancia al balón.
La solución podría simplificarse, según investigadores de la Universidad Tecnológica Nanyang (NTU) y la Universidad del Sistema Sanitario Nacional (NUHS) de Singapur, hasta no ser muy diferente de la toma de cualquier otra medicación. El mecanismo consistiría en ingerir el balón comprimido al tamaño de una píldora, activarlo con una señal electromagnética, hincharlo durante un tiempo limitado y después eliminarlo de forma natural y sin efectos secundarios. "No haría falta más que un vaso de agua y un imán", afirma Louis Phee, profesor de ingeniería mecánica de la NTU.
La buena noticia es que el prototipo de la 'EndoPil' existe y ha sido probado con éxito; la menos buena, que resultaría intragable para una garganta humana, porque mide tres centímetros de largo por uno de ancho. Su primer receptor fue un cerdo, que según el artículo publicado en la revista Gastroenterology, perdió 1,5 kilos en la misma semana en la que sus compañeros de piara engordaban debido a la alimentación proporcionada. Un ser humano también ha tenido la EndoPil en su estómago, pero fue introducida por endoscopia: se trataba de comprobar si el hinchado y deshinchado se producían sin riesgos para la salud, y así fue en el caso del ensayo.
¿Cómo funciona la EndoPil?
Como si de otra medicación se tratase, la carcasa de la píldora la forma una gelatina soluble a los jugos gástricos. En su interior encontramos el balón deshinchado, una válvula de inflado con un imán adherido, y una solución ácida y salina inocua para la salud almacenada en compartimentos aislados dentro de la cápsula. La activación debe ser mecánica, para evitar que el artefacto se hinche cuando todavía está descendiendo por el esófago o en el tracto intestinal si está siendo eliminado.
Un sensor magnético exterior identifica que la píldora ha alcanzado su posición óptima en el estómago, y es entonces cuando se emplea un imán de unos 5 centímetros de diámetro para manipular el otro que se encuentra adherido a la válvula que controla el hinchado del balón. Al interactuar, se liberan el ácido y la sal, que al mezclarse producen dióxido de carbono que se expande en el interior del globo. Son "ingredientes tan seguros como los de cualquier cocina", insiste Phee, que garantizan que no haya problemas de salud incluso en caso de filtración.
De hecho, el diseño final de la EndoPil debería incluir otra válvula biodegradable y reactiva a los ácidos del estómago, que fuera desinflando el artefacto progresivamente en un plazo del mes. En el momento álgido, flotaría hacia la parte superior del estómago, "la más sensible a la saciedad", por lo que sus efectos serían más intensos en los primeros días. Después, a medida que las paredes del estómago se acostumbran a una menor ingesta, se iría liberando el gas hasta que el conjunto pudiera ser eliminado por las heces. De momento, este mecanismo debe activarse también externamente con otro imán.
Una tratamiento ambulatorio para la obesidad
Se trata, en cualquier caso, de una tecnología en desarrollo: los primeros ensayos en seres humanos no arrancarían, según los investigadores, hasta dentro de un año. Y no sería en ningún caso una 'píldora milagro' de la que echar mano en temporadas como durante las 'operaciones bikini'. Pero sí que podrían contribuir a disminuir los costes y facilitar los tratamientos de la obesidad, un problema capaz de poner en jaque a los sistemas sanitarios de los países, incluida España.
"El tamaño compacto de la EndoPil y su sencilla activación mediante un imán de mano podría allanar el camino para una alternativa que fuese administrada por médicos de forma ambulatoria y sin la necesidad de tratamiento primario", explica el Dr. Lawrence Ho, consultor para la División de Gastroenterología y Hepatología de la NUHS. "Esto podría traducirse en la falta de necesidad de ingreso hospitalario y el ahorro por paciente para la Sanidad".