Estrella de los purés, de vivo color naranja y con muchas propiedades atribuidas. Pero ninguna de ellas tiene que ver con el bronceado de la piel. Las zanahorias están rodeadas por un mito: que nos ayudan a ponernos morenos. El color del bronceado no es exactamente lo que obtenemos. Conforme se acerca el verano, hay personas que consumen más zanahorias pensando que eso las ayudará a tostarse cuando tomen un poco el sol. Sin embargo, esta ingesta no ayuda.
En el cuerpo humano, la melanina es la encargada de dar color a la piel, así como al pelo o a los ojos. Este pigmento no se activa con el consumo de zanahorias, ya que estas no incluyen elementos que les hagan reaccionar.
Sin embargo, lo que sí incluyen las zanahorias es un compuesto bioquímico que influye en nuestra piel, pero de otra manera. Hablamos de los betacarotenos, un pigmento presente en esta y otras frutas y verduras que aporta vitamina A al cuerpo. De hecho, esta vitamina es uno de los principales atractivos del consumo de zanahorias.
La vitamina A de los betacarotenos es muy buena para el cuidado de la piel. Y, aunque no sirva exactamente para ponernos morenos, sí genera un color naranja leve. Esto se debe a que la acumulación de betacaroteno lleva a generar un tono muy tenue de este color.
No te preocupes si temes que ahora tu rostro parezca el de un pokémon naranja: no todas las partes del cuerpo adoptan el mismo color. Donde más verás este cambio será en las palmas de las manos o en algunos pliegues de la cara, debido a la presencia grasa subcutánea, que es donde más se acumula este componente. Este fenómeno se conoce como carotinemia y, como recuerda la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), es algo benigno. Al reducir los alimentos ricos en betacarotenos, el color entre amarillo y naranja desaparece entre unas 4 y 8 semanas, según este organismo.
En 2012, un estudio de investigadores de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido) concluyó que el consumo de carotenoides en frutas y verduras estaba asociado al color de nuestra piel. En seis semanas y con una dieta que incluía este tipo de alimentos, un grupo de 35 sujetos sin maquillaje, bronceadores o exposición reciente e intensa a rayos ultravioleta mostró mejoras en el enrojecimiento o la amarillez de la piel. Los científicos destacaron en sus conclusiones que "este efecto podría ser usado como una herramienta motivacional en la intervención dietética".
Así, desterramos el mito del color moreno, que queda sustituido por un color naranja inofensivo para nuestro cuerpo. Y ya ves que, si te preocupa tenerlo, no existen razones para el temor porque desaparece al cabo de algunos días, conforme dejes de consumir zanahorias… y otros alimentos.
Los alimentos que tampoco te ayudan a ponerte moreno
Al igual que la zanahoria, hay otros alimentos que imprimen ese tono naranja y que no sirven para ponerse moreno. Otra vez, es la presencia de carotenoides la que ayuda a que nuestra piel cambie a mejor.
Para ello, debemos consumir alimentos con betacarotenos como los de la zanahoria. Los encontraremos en otros naranjas, como la otoñal calabaza, los melocotones o los menos conocidos boniatos, pero que también tienen propiedades muy atractivas para la piel.
Además, el estudio de la Universidad Saint Andrews también se detenía en los efectos beneficiosos del licopeno. Este pigmento da color rojo a la sandía, los pimientos o los tomates. Combinando todos ellos tenemos una piel de mejor aspecto (que no más bronceada).
La vista y las zanahorias
El mito de la zanahoria y el bronceado no es el único que circula alrededor de la comida favorita de Bugs Bunny. También hay otro relacionado con la vista y que tiene una larga historia, anterior a internet.
Al parecer, todo surgió durante una campaña propagandística de la Segunda Guerra Mundial. Entonces se popularizó que las zanahorias ayudaban a ver mejor en la oscuridad. El Gobierno británico aseguró que el éxito de uno de sus pilotos estrella, John Cunningham, destruyendo aviones alemanes era por su dieta rica en zanahorias, que le daba una vista excepcional en condiciones pobres de luz.
En realidad, parte del mérito lo tuvo otro tipo de visión nocturna: Cunningham fue de los primeros en derribar un avión enemigo con un radar. De hecho, el militar fue apodado como Ojos de gato.
John Stolarczyk, un inglés fundador del Museo Mundial de la Zanahoria (sí, existe y es virtual), explica que las zanahorias sirvieron para ocultar la tecnología de radar, que Londres mantenía en secreto. Estas tenían buena fama en Alemania para ayudar a la salud ocular. De acuerdo a Stolarczyk, hay "historias apócrifas" que aseguran que los alemanes empezaron entonces a alimentar a sus pilotos con zanahorias para ir a combate. Quizá no lo sepamos nunca, pero en tiempos también de apagones, los británicos sí se lo creyeron, y el efecto nocturno de las zanahorias se popularizó.
Aunque no nos dan visión nocturna, sí son buenas para los ojos (que no para la vista), como creían los alemanes y refrendaron algunos estudios años más tarde. Según la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos, el betacaroteno es "posiblemente eficaz" para la degeneración macular relacionada con la edad. Además, volviendo a la piel de la que hablábamos antes, también ayudaría a disminuir las quemaduras solares ya generadas, pero no reduciría el riesgo a quemarnos ni a sufrir cáncer de piel.
Hablando de cáncer, la Biblioteca de Medicina también asegura que la ingesta de frutas y verduras con betacaroteno "parece disminuir el riesgo de cáncer de mama". Así, aunque no vayamos a ponernos morenos, consumir zanahorias, tomates y más verduras ayudará de otra manera a nuestro cuerpo.
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