Establecer un vínculo causal para explicar la obesidad es algo complejo: se sospechan múltiples posibles causas, y lejos de tener un enemigo determinado, la realidad es que la obesidad ha encontrado multitud de potenciales enemigos contra la salud.
Entre ellos, los carbohidratos destacan por ser uno de los jinetes del apocalipsis, donde la pasta y el arroz serían los ejemplos más representativos.
Sin embargo, según un reciente estudio presentado en el Congreso Europeo de Obesidad que se acaba de celebrar en Glasgow, la ingesta de arroz no se asociaría a la presencia de obesidad, sino todo lo contrario: los países que consumen más arroz presentan menores tasas de obesidad.
El arroz, un 'factor protector' contra la obesidad
Actualmente, solo en EEUU, casi un 40% de los individuos adultos sufre obesidad. Se espera que para 2030 en España los datos sean más negativos si cabe, con hasta un 80% de los hombres y un 56% de las mujeres en rangos de sobrepeso u obesidad.
Dependiendo de cada país, la tasa de obesidad alcanza unos límites u otros, teniendo llamativos ejemplos como Japón, donde la tasa de obesidad apenas supera el 4%. Los factores que podrían explicar estas diferencias son también diversos, pero los investigadores responsables de este nuevo trabajo sugieren que el arroz podría tener algo que ver. De hecho, las dietas de los países con menores tasas de obesidad comparten precisamente ese mismo elemento en común: el elevado consumo de arroz.
Curiosamente, España se encuentra entres los países del mundo que menos arroz consume, junto con Francia, Reino Unido y EEUU, entre otros. Las naciones más propensas a comer arroz son Bangladesh, Lao y Camboya.
Así lo sugieren los investigadores del Colegio de Artes Liberales para Mujeres de Doshisha en Kioto (Japón), los cuales analizaron datos de 136 países diferentes respecto a las tasas de obesidad y el consumo de arroz.
Según sus hallazgos, aquellos países donde se consumía una media de 150 gramos de arroz por día -los de consumo más alto- tenían tasas de obesidad significativamente menores que los países de menor consumo, con una media de 14 gramos diarios. Incluso tras tener en cuenta algunas variables de confusión, como el nivel educativo, el consumo de tabaco o alcohol, el nivel socioeconómico o variables del estilo de vida como el total de calorías consumidas, la relación entre arroz y obesidad permanecía estable.
Además, según sus datos, el hecho de aumentar la ingesta de arroz alrededor de 50 gramos por persona y día podría ayudar a reducir la obesidad a nivel global hasta un 1%; o lo que es lo mismo, reducir de 650 millones a 643 millones de individuos que sufren obesidad en todo el mundo.
Aunque no se pudo demostrar una clara causa-efecto, los investigadores sugieren que la fibra, los nutrientes y los compuestos derivados de las plantas que se encuentran en los cereales integrales podrían aumentar la sensación de plenitud y evitar los excesos.
Las limitaciones del estudio
A pesar de estos resultados, los investigadores puntualizan que diferenciar una causa y efecto en una dieta es un desafío importante, sobre todo cuando se analizan estilos de vida a nivel mundial. Y, aunque se tuvieron en cuenta múltiples variables de confusión, es probable que no se tuviesen en cuenta otros muchos factores en sus análisis.
Además, también explican que se usaron datos a nivel estatal y no individual. Esto puede conllevar más confusión si cabe, porque es probable que todo un país no consuma la misma cantidad de arroz dependiendo de la zona analizada; así mismo, las tasas de obesidad pueden variar dependiendo de la zona de cada país.
Por otro lado, el hecho de continuar usando el índice de masa corporal o IMC como parámetro estándar para medir la obesidad también puede inducir a error, pues no es un parámetro de salud general específico (es posible tener un IMC elevado por un elevado peso muscular, y no solo por grasa).
Finalmente, los investigadores destacan que no se tuvo en cuenta el tipo de arroz consumido por cada población, algo que podría ser importante: el arroz blanco contiene mucha menos fibra que el arroz integral, y dicha fibra podría explicar el papel protector del mismo arroz.