A día de hoy, resulta extremadamente complejo realizar una clasificación concisa de todos los quesos que existen. Omnipresente en las dietas de los europeos, este derivado lácteo varía en función de su grado de envejecimiento, el origen de la leche, su composición o su contenido en grasa. Hoy en día es incluso posible elaborar queso vegano con frutos secos, especias y limón.
Este artículo científico publicado el año pasado por expertos de la Universidad de Copenhague alababa muchas de las cualidades nutricionales de los quesos. Para empezar, consiguen acelerar el metabolismo gracias al aumento de la microbiótica -las bacterias intestinales- derivado de su consumo. También contienen un alto contenido en proteínas, calcio y la esquiva vitamina B12. Es además uno de los pocos alimentos en contener la vitamina D de forma natural. Finalmente, el estudio publicado en el Journal of the American Heart Association vinculaba al derivado lácteo con una vida cardiovascular más saludable.
Los científicos daneses afirman en las conclusiones del estudio que existe un tipo de quesos concreto que beneficia al colesterol de lipoproteína de alta densidad, el HDL o colesterol bueno. Se trata de los quesos grasos, que contienen un porcentaje de lípidos equivalente al de las proteínas y que rondan el 30% de su composición nutricional. Existen numerosas variedades de este producto que superan ampliamente este porcentaje. Sin embargo, hay que ser precavidos, ya que un contenido alto en grasa conlleva irremediablemente una alta concentración de calorías.