Durante los últimos años, movimientos como el realfooding han conseguido promover el consumo de alimentos frescos y saludables. Sin embargo, como su propio nombre indica, los alimentos frescos tienen una duración escasa, y es relativamente fácil encontrarse con una nevera llena de alimentos marchitos tras el paso de apenas un par de días. Por suerte, existen algunos pequeños trucos para evitar que esto suceda.
En primer lugar, la lógica dice que un alimento fresco debe ser un producto reciente. Esto implicará que durará más tiempo en nuestro hogar. Sin embargo, no es tan fácil decirlo como conseguirlo, pues algunos productos pueden tener una buena apariencia inicialmente pero no ser tan frescos como nos parecían en un principio, como bien recuerda el fisiólogo Jeffrey K. Brecht en el portal estadounidense PopScience: "A menudo es difícil saber cuánto tiempo tiene un producto solo por su apariencia. Por tanto, un factor importante en cuanto a la duración del producto en el refrigerador tendrá que ver con el tiempo transcurrido entre su recolección y su procesado posterior".
Una de las principales soluciones que suelen pensar los consumidores respecto a este tiempo es adquirir productos locales, pues esto implicaría una menor distancia entre la cosecha y la puesta en venta. Sin embargo, en ocasiones esto es un error, según Brecht, pues a menudo estos productos no son conservados a una temperatura adecuada, alterando su frescura respecto a los productos de las grandes cadenas de supermercados. Si bien es cierto que en dichas cadenas se usan grandes cantidades de energía en refrigeración, y productos poco biodegradables como las bolsas de plástico, todos estos factores ayudan a prevenir la pérdida de frescura.Por ello, el primer consejo que tiene Brecht, si se busca comprar productos locales, es informarse sobre su almacenamiento y procesado posterior, además de encontrar un buen proveedor de confianza.
Asimismo, también aconseja planificar las comidas con cierta anticipación para comprar en consecuencia, pudiendo asegurar así que los alimentos se consumirán con una frescura adecuada y no se echarán a perder durante el tiempo de almacenaje en casa.
Saber cómo manejar la nevera
Por otro lado, una vez elegidos los mejores productos, también habría que almacenarlos de forma adecuada. En este caso, cualquier nevera relativamente moderna puede ser extremadamente útil para mantener los productos durante un tiempo más que suficiente, hasta que sean consumidos.
Aunque el departamento de Agricultura de los Estados Unidos aconseja mantener la nevera a una temperatura de alrededor de 4ºC, Brecht aconseja bajar un poco más la temperatura hasta los 2ºC para obtener una frescura óptima, sin llegar a congelar algunos productos de hoja verde.
Si la nevera no posee un termómetro propio, el fisiólogo recomienda comprar un termómetro externo para electrodomésticos. Así mismo, también aconseja usar cajones para frutas y verduras, y si se poseen varios cajones, distribuir diferentes productos en cada uno de dichos compartimentos, pero siempre con una elevada humedad, con los vegetales propensos a marchitarse en el cajón en el que hay más humedad, y los productos que tienden a pudrirse como las manzanas y los calabacines, a baja humedad.
Finalmente, existen algunos productos que Brecht desaconseja almacenar en la nevera, como tomates, plátanos, albahaca, mango, papaya y otras frutas tropicales, pues todos estos productos deben almacenarse a temperatura ambiente. Sin embargo, una vez cortados, sí deben almacenarse en la nevera, por seguridad alimentaria.
Almacenar bien los alimentos
La refrigeración a una temperatura adecuada no es el único factor a tener en cuenta, sino que la forma en la que se meten los productos al refrigerador también debería tenerse en cuenta. Por ejemplo, si se compran ensaladas o cualquier tipo de producto de hoja verde que ya va en una bolsa de plástico, es aconsejable no abrirlos hasta ser consumidos, pues dicha bolsa proporcionará la humedad adecuada o al menos conservará la existente.
Por su parte, Brecht aconseja colocar toallas de papel húmedas en los cajones de estos productos, con el objetivo de aumentar la humedad relativa de los mismos.
Por otro lado, hay que tener cierto cuidado con los productos que se almacenan junto a otros, como es el caso de frutas y verduras, para evitar una maduración excesiva de los mismos. Algunas frutas, al madurar, producen etileno, un gas que a su vez promueve la maduración de las mismas frutas como de los productos "vecinos", en el caso de que sean frutas y verduras. Es el caso de manzanas, peras, aguacates, bananas, kiwis, melocotones o ciruelas, que son frutas muy sensibles al etileno.
A su vez, el propio etileno puede usarse como ventaja si el objetivo es hacer madurar otros productos de forma más rápida por la razón que sea. Por tanto, para Brecht, los factores clave a recordar serían la compra adecuada de los productos en cantidad, calidad y tiempo; una refrigeración a la temperatura adecuada y saber dónde y cómo disponer los productos comprados, según si el objetivo es retrasar o adelantar su maduración.
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