Los Peta Zetas eran los caramelos de moda para los niños de los 80, cuando se hicieron especialmente populares, aunque hoy en día se siguen vendiendo. La razón está clara: no se habían inventado unas golosinas tan originales ni divertidas. Literalmente, explotan en la boca.
¿Cómo es posible? Detrás del misterio hay una pequeña obra de ingeniería alimentaria. El mérito es de William Mitchell, un químico que trabajaba en la empresa estadounidense General Foods y que patentó 70 ideas, no sólo los Pop Rocks, como se conocieron inicialmente y se siguen llamando en Estados Unidos, sino otros productos populares como el refresco Tang.
Mitchell creó el caramelo carbonatado en 1956, pero no se comercializó hasta 1975 y duró poco en el mercado, según algunos, porque empezó a difundirse la leyenda urbana de que mezclarlo con Coca Cola era un peligro mortal.
Y ahí es donde empieza la otra parte de la historia, protagonizada por la empresa Zeta Espacial, con sede en Rubí (Barcelona). En 1979 lanza al mercado los Peta Zetas, que habían sido desarrollados por el ingeniero químico Ramón Escolà. Fue entonces cuando los caramelos con chasquido lo petaron de verdad entre los niños españoles y comenzaron una alucinante expansión internacional que hace que hoy en día estén en 60 países.
En Estados Unidos, la marca Pop Rocks había sido adquirida por Krafft Foods, pero estaba en absoluta decadencia, así que la empresa española la compró para vender sus caramelos con ese nombre y se puso a fabricarlos en Atlanta. Sin embargo, tuvo que salvar un obstáculo: General Foods le puso una demanda en 1989, ya que consideraba que la patente era de su propiedad, pero perdió.
'Guerra' España - EEUU
El argumento de Zeta Espacial, según cuenta la periodista experta en cocina Ana Vega Pérez de Arlucea, es que sus caramelos tuvieron un origen distinto, que se les ocurrió la idea porque en un hotel de Nueva York ofrecían bebidas con hielo que supuestamente procedía del Polo Norte y que contenía burbujas de aire que hacían ruido al entrar en contacto con las bebidas. Al parecer, aquello inspiró a Ramón Escolà.
En cualquier caso, el procedimiento de Mitchell y el del ingeniero químico español para conseguir estos caramelos es similar. Miguel Ángel Lurueña, tecnólogo de alimentos, explica en su blog cómo se fabrican los Peta Zetas.
Al igual que para conseguir cualquier otro caramelo, se mezclan azúcar, lactosa, jarabe de glucosa y aromas; y se disuelven en agua a casi 150 grados centígrados para formar un líquido espeso. Después llega la diferencia: se inyecta dióxido de carbono (CO2) a presión en el tanque y esto genera pequeñas burbujas que, al solidificarse, quedan repartidas en el interior del bloque de caramelo. Posteriormente, este bloque se rompe en trozos pequeños, obteniendo la forma en la que se comercializan los Peta Zetas.
Cuando los introducimos en la boca, el CO2 se libera porque mordemos el caramelo o simplemente porque se derrite en contacto con la saliva, y entonces se produce esa pequeña explosión que de niños nos parecía tan divertida.
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