Varios compuestos naturales derivados del cacao ha demostrado tener efectos beneficiosos sobre ratones con obesidad y prediabetes; desafortunadamente, ni las tabletas de chocolate ni sus productos derivados son el mejor de los sitios para encontrarlos. Se trata de tres ácidos fenólicos que contiene la cáscara de los granos, una parte que se deshecha durante el proceso de tostado durante la producción de alimentos y que genera unas 700.000 toneladas de residuos anuales.
Ese subproducto de la manufactura del chocolate, según una nueva investigación de la Universidad de Illinois (EEUU) que publica la revista Molecular Nutrition and Food Research, tendría una prometedora segunda vida potencial como complemento nutricional natural. En los roedores, han demostrado tener un potente efecto para restaurar la función metabólica de las células de la grasa, facilitando la quema de calorías, y revirtiendo la inflamación crónica vinculada a un perjuicio del sistema inmune y al desarrollo de la resistencia insulínica, preámbulo de la diabetes.
El trabajo ha sido dirigido por Elvira Gonzalez de Mejia, profesora del departamento de Ciencia de los Alimentos y Nutrición Humana, y Miguel Rebollo‐Hernanz, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación de la Universidad Autónoma de Madrid y el CSIC. Los tres compuestos beneficiosos, que se pueden encontrar en distintas proporciones en el chocolate, el café y el té verde, son las epicatequinas, el ácido protocatéquico y la procianidina B2.
Para comprobar sus efectos, Rebollo-Hernanz fabricó un extracto con base de agua que contenía estos compuestos y probó sus efectos tanto sobre células de 'grasa blanca', los denominados adipocitos, como sobre las células inmunológicas, los macrófagos. Usando modelos informáticos y técnicas bioinformáticas, examinó a continuación los efectos de cada compuesto fenólico sobre las células de forma independiente. "El objetivo de este estudio consistía en comprobar si los componentes bioactivos de las cáscaras de cacao eran efectivos a la hora de eliminar o reducir los biomarcadores de la inflamación", explica.
El investigador lo explica de otra manera: como si fueran las 'baterías' de la célula que hacen funcionar la quema de grasa y glucosa que produce energía para el cuerpo, las mitocondrias celulares pueden dañarse desde el momento en el que se ven expuestas a cantidades excesivas de estos dos nutrientes, y se produce la inflamación en el organismo. "Queríamos comprobar si los fenoles del extracto bloqueaban o reducían el daño a la mitocondria de las células, y evitaban la resistencia insulínica", expone.
En el caso de los adipocitos, al ser tratados tanto con el extracto acuoso como con cada uno de los compuestos fenólicos por separado, el efecto en cualquier caso fue el de una reparación de las mitocondrias dañadas y una menor acumulación de grasa perniciosa, produciendo un efecto de bloqueo de la inflamación y recuperando la sensibilidad a la insulina. Los efectos en ambos tipos de células rompieron lo que el investigador define como un "círculo vicioso": cuando los adipocitos acumulan grasa en exceso, incentivan el crecimiento de macrófagos, que interactúan generando toxinas que a su vez inflaman el tejido adiposo.
Con el tiempo, la inflamación crónica de las células las incapacita para asimilar la glucosa, lo que conduce a la situación de prediabetes. En el cultivo de Rebollo-Hernanz se dio lo que él define como una "danza tóxica": los adipocitos presentaban menos mitocondrias, y las que había estaban dañadas por la exposición a los macrófagos. "Las condiciones inflamatorias de la solución incrementaron el daño oxidativo". Sin embargo, al ser tratadas con los fenoles, las células pasaron por un proceso conocido como 'browning' o enmarronamiento: pasaron de convertirse de 'grasa blanca' a 'grasa beige'.
Esta es una excelente noticia, porque significaba que la 'grasa marrón' del cuerpo, especializada en quemar los depósitos para generar energía y calor, estaba "reclutando" grasa blanca, la que se acumula en el cuerpo y es más difícil de eliminar, transformándola en beige. "Dado que los fenoles eran el principal ingrediente del extracto, podemos concluir que consumirlos podría evitar las disfunciones mitocondriales del tejido adiposo", concluye Rebollo-Hernanz.
Las consecuencias económicas de esta investigación irían más allá de proporcionar a los productores una nueva fuente de ingresos, asegura el investigador. Procesar las cáscaras para extraer estos nutrientes beneficiosos reduciría los tóxicos contaminantes que se liberan en forma de deshechos de la producción de cacao. Una vez preparados, estos compuestos podrían añadirse a esos mismos alimentos y bebidas de chocolate para potenciar su valor nutricional.