Las bacterias y los pesticidas son los principales agentes que pueden encontrarse en la superficie de los productos que compramos en el supermercado. Por miedo a ingerirlos, las personas solemos darles una buena ducha en el lavabo de la cocina. Sin embargo, en ciertas ocasiones es innecesario y, de hecho, puede contribuir a expandir los microbios y los tóxicos por la cocina. Es decir, un lavado de alimentos no es siempre inofensivo y hay que procurar hacerlo de manera inteligente.
La Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos explica en su página web que, además de los alimentos, la higiene con respecto a la comida implica a la cocina y al cocinero. Es decir, para reducir las probabilidades de contagio infeccioso es importante que quien vaya a manipular alimentos se lave las manos, pero, también, que se mantengan limpias las encimeras y los utensilios de cocina.
Además, lavar algunos productos como la fruta con el agua del grifo no resulta plenamente efectivo. En el año 2015, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos realizó un estudio en el que comprobó el estado de frutas y verduras tras ser lavadas en el grifo. En el 85% de todas los alimentos que observaron había restos de pesticidas. A pesar de ello, hay que destacar que la toxicidad de los productos para el control de plagas en la Unión Europea es reducida.
En este sentido, en 2017 se publicó un estudio en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry en el que se probaron productos para la limpieza de alimentos comerciales y caseros. El estudio concluyó que una solución de agua y bicarbonato de sodio era más efectiva para eliminar los pesticidas de la piel de algunas frutas, como la manzana, que el agua del grifo e, incluso, que los productos con lejía.
Los alimentos que hay que lavar
La, anteriormente citada, Academia de Nutrición y Dietética norteamericana ha establecido una clasificación de productos alimenticios según si deben ser lavados o no. Las frutas y verduras con piel comestible se encuentran en el grupo de aquellas que deben lavarse. Se trata de una recomendación bien conocida por todos, pero los expertos insisten en que no utilicemos jabones, ya que estas pieles son porosas y pueden almacenar ciertos componentes de estos limpiadores. También recomiendan que, después de lavar el producto, sea secado con papel de cocina.
El organismo también ha señalado a las verduras y a las frutas con piel no comestible entre los productos que deben ser lavados. Es una medida menos conocida y que, según ellos, se realiza con el fin de que, al pelar o retirar la piel de estos productos, no pasen la suciedad y las bacterias de la piel al interior comestible.
Por último, la Agencia de Nutrición y Dietética también ha advertido sobre la necesidad de lavar las tapas de las latas y de los tarros. Los refrescos, las conservas de atún o las mermeladas. Según el organismo, las tapas de sus envases contienen bacterias o tóxicos que pueden caer en el interior de ellos y, de esta manera contaminar el alimento.
Los alimentos que no hay que lavar
La carne cruda es el primer tipo de alimento que se recomienda no lavar. Es cierto que la carne cruda contiene bacterias en un superficie que pueden hacer enfermar a quienes la consuman, pero la mejor manera de eliminarlas es con la cocina. La carne que más se suele lavar y no se debería hacer es el pollo. En este producto se encuentra presente la bacteria conocida como Campylobacter, que es la responsable de la mayoría de las infecciones alimentarias que se producen en Europa.
Cuando se lava el pollo, o cualquier otra carne, el agua que salpica transporta las bacterias y puede llevarlas a otros alimentos, la ropa y las encimeras de la cocina. Por esta razón, los expertos recomiendan no lavar la carne, pero, además, es importante que se conserven en la nevera o en el congelador en espacios separados o bien embalados para que los jugos no entren en contacto con otros productos.
De la misma manera, tampoco se recomienda que se laven los pescados. "Evite lavar el pescado porque no quedará limpio. De hecho, aumentará las probabilidades de extender la contaminación a otros alimentos, superficies o utensilios". Por último, el organismo advierte del peligro de limpiar los huevos. La cáscara de este producto cuenta con la suficiente protección para evitar la infección de su parte comestible. Por esta razón, lavar el huevo puede provocar una reducción de esta capa protectora y, de esta manera, poner en peligro el contenido.
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