Si hay un alimento que asociamos de forma casi inmediata a la gastronomía china -con permiso de los rollitos de primavera- este es, sin duda, la salsa agridulce. Ese condimento de color anaranjado parece omnipresente en los innumerables establecimientos en los que se sirve la popular comida asiática.
Esta particular y viscosa salsa se utiliza en muchos platos, de los que, probablemente, el más conocido es el típico cerdo agridulce. Pero también se puede usar para condimentar otros alimentos, como el pollo, el arroz o los mariscos.
Esta popular salsa hunde sus raíces en la antigua China, en concreto en la región de Cantón. Como explican en Cocinista, el antecedente directo de lo que hoy conocemos como salsa agridulce es “originario de China, donde suele servirse en la mesa como aliño o como una salsa donde mojar piezas de comida”.
Una explicación que completa Anne Mendelson, periodista norteamericana especializada en gastronomía, que señala que la versión moderna y occidentalizada que todos hemos consumido alguna vez apareció en Estados Unidos. Fue en la década de 1880, fruto de la fusión de la cocina traída por los inmigrantes chinos. Una mezcla que llegó a su punto álgido cuando se le añadió la salsa estadounidense por excelencia, el ketchup.
En cualquier caso, cuenta con unas características muy específicas: “dulzor, que puede proceder de azúcar, miel o zumo de frutas; ácido, que viene normalmente de un vinagre de arroz o de manzana; textura que se consigue con algún espesante como el almidón de maíz; y finalmente color, que suele ser rojizo y que se obtiene en muchos casos al añadir pasta tomate. Además, puede incluir salsa de soja, jengibre y algunas otras especias”.
Pero, ¿es una salsa saludable?
Las salsas, casi por definición, suelen ser poco saludables, especialmente las producidas de forma industrial. El consumidor no puede decidir la proporción de los diferentes ingredientes y, por tanto, no influyen en los valores nutricionales que la componen. Esto ocurre también con la salsa agridulce.
Si observamos los valores nutricionales de este tipo de salsas, es cierto que no poseen grandes cantidades de grasas, algo que a priori puede ser una buena noticia para los amantes de este sabor.
Sin embargo, como apuntan muchos estudios, para considerar que si un alimento es saludable o no, el principal elemento que se debe valorar no la proporción de grasas, sino de azúcares. Y aquí es donde las salsas agridulces que pueden adquirirse embotellada en tiendas y supermercados pierden puntos.
Por ejemplo, la salsa agridulce de la marca Ta-Tung tiene un valor energético de 138 calorías por cada 100 gramos de producto, con una baja proporción de grasas, ya que apenas alcanza 0,1 gramos. La de de hidratos de carbono, sin embargo, se dispara hasta los 34 gramos, de los cuales casi 27 corresponden a azúcares.
Unos valores similares ofrece la marca Yang-Tse, con 86 calorías por cada 100 gramos, 0,25 gr. de grasas y 21,24 gr. de carbohidratos, de los cuales el 99 % corresponde a azúcares.
Recordemos que la ingesta excesiva de azúcares es señalada como uno de las principales riesgos para la salud. Es un factor directo de obesidad, con lo que ello supone para el sistema cardiovascular, pero también con otras enfermedades como la diabetes o la hipertrigliceridemia.
Entonces, ¿puedo comerla?
En el mundo de la nutrición, la mesura y el equilibrio son los factores principales para evitar consecuencias poco deseables. Evidentemente, no hay motivo para dejar de comer de forma tajante y absoluta la salsa agridulce. Eso sí, hacerlo sin excesos es lo recomendable como corresponde al consumo de otros alimentos con grandes cantidades de azúcar.
Pero, evidentemente, siempre tenemos la posibilidad de informarnos para elegir aquellos productos que resultan menos agresivos a nuestra salud, por lo que si en tu supermercado existen varias marcas, como siempre, recomendamos que leas la etiqueta y valores cuál es la que más te conviene.
Otra alternativa, si te gusta cocinar, o al menos tienen intención de aprender, es ponerte manos a la obra para hacer tu propia salsa casera, de tal forma que puedas controlar tanto la proporción como la calidad de los ingredientes. Con ello, te ahorrarás sorpresas y sabrás en todo momento qué es lo que estás comiendo.
Más allá de estos factores, sin duda importantes, preparar la salsa agridulce casera es muy fácil, rápido y barato. Si sigues esta receta, en poco más de diez minutos, podrás tener a punto una deliciosa salsa agridulce casera, con la que sorprenderás a tus invitados.
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