El aguacate se convirtió en el producto estrella de todos los platos de nuestra alimentación hace no mucho tiempo. Del mismo modo, se alzó como protagonista del denominado gastroporno: la acción obsesiva consistente en hacer una foto al plato en cuanto llega a la mesa, ponerle un filtro y subirlo a la Red. No había ensalada, tosta o cualquier otro plato que se preciase donde no estuviese este fruto que en Sudamérica llaman palta. Ahora, al aguacate le ha salido un duro competidor en esto del foodporn que, además, está siendo muy demandado por el consumidor últimamente: la burrata.
Se trata del producto gourmet de moda, un queso fresco de leche de vaca, pasta hilada y nata, con forma redonda. Su aspecto exterior es similar al de la mozzarella (otro queso fresco de referencia en la gastronomía italiana) en forma de bolsa con el característico cierre apical.
El origen de este queso está en la región italiana de Apulia, simplificando, el tacón del país mediterráneo. Se dice que debido a una fuerte nevada, al no poder trasladar la leche a la ciudad, necesariamente tener que procesarla y sobre todo utilizar la crema o nata que surgió naturalmente, siguiendo el concepto de producción del queso manteca (envoltorios de pasta hilada sazonada en la que se almacena la mantequilla), se intentó hacer con el mismo principio un producto fresco.
A pesar de que tengan el mismo origen, y de que muchos lo puedan confundir, la mozzarella y la burrata no son lo mismo. Aunque su aspecto, textura e incluso sabor sean parecidos, son "dos productos que no tienen nada que ver el uno con el otro", explica la experta en quesos italianos Angela Barusi.
Un queso bajo en calorías
La duda que muchos lectores se estarán planteando ahora mismo es cuál de los dos tiene más calorías, a lo que la experta responde que, aunque se trata de un queso bajo en calorías, la burrata tiene un mayor aporte calórico. Este mayor aporte calórico tiene que ver con que los procesos de fabricación son distintos.
Para crear la mozzarella, por lo general, se emplea leche de vaca y se produce a partir de la cuajada de esta leche pasteurizada, a la que se añaden fermentos lácticos y cuajo. Esta cuajada se reduce en tiras y se amasa en agua hirviendo para hacerla hilar, y cortarla, ya sea manual o mecánicamente, en bolas de diferentes tamaños o trenzas.
El resultado del proceso lo convierte en un queso moderadamente calórico, con un porcentaje de grasas de 17 gramos, una cifra discreta teniendo en cuenta que los manchegos rondan de media los 35 g de grasa.
Por su parte la burrata se elabora con pasta hilada y nata, parecido a como se elabora la mantequilla. De hecho, de este proceso proviene el nombre, ya que en italiano burro significa mantequilla. En este caso tiene un porcentaje de grasas cercano al 30%, algo que varía en función de la cantidad de nata que se requiera para su elaboración.
Cabe destacar que dentro de las grasas que contiene este tipo de queso cremoso destacan las grasas saturadas que son propias de los lípidos de los lácteos y que también son fuente de colesterol, potasio, calcio, vitamina A y D.
Burrata asequible
Aunque fuese muy fácil de encontrar en los platos de los restaurantes este producto, el queso gourmet de moda pasaba desapercibido por los supermercados españoles o tenía un precio prohibitivo (como todo lo gourmet).
Ahora, Mercadona ha democratizado este producto. La gran superficie de origen valenciano ha empezado a vender recientemente tarrinas de 250 gramos de este queso en sus neveras.
El precio de este nuevo producto es lo que más ha sorprendido a los consumidores, ya que un envase solo cuesta 2,20 euros, una cantidad muy por debajo del coste que ronda en otras superficies, en las que llega a superar los 10 euros.