En inglés se conoce como zumo de tarta de cerezas Montgomery, pero no es más que el zumo de una fruta muy veraniega, la que da nombre al postre en su versión amarga, que en español se denomina guinda. Se trata de una bebida poco consumida en España, pero más conocida en la dieta y el mundo anglosajón.
Hasta ahora, se atribuía a este tipo de zumo propiedades contra la gota, el insomnio y hasta la artrosis pero, como suele suceder con muchos de estos superalimentos, se trata de bondades cuyo aval científico es limitado.
A esto hay que sumarle la advertencia que no se cansan de lanzar los dietistas nutricionistas: el zumo es una opción poco recomendable en una dieta saludable, por los azúcares libres presentes en la fruta exprimida, que además pueden provocar caries. Por ello, es mejor consumir la fruta entera (además, de esta forma aprovecharemos también su fibra y tomaremos menos piezas), dejar los zumos caseros para algo muy ocasional y olvidarse de los industriales, con demasiado azúcar.
Sin embargo, de vez en cuando se publican estudios salvadores para algunos zumos, como ocurrió recientemente con el de tomate y como acaba de suceder con el de guindas, que se ha demostrado un buen aliado frente al deterioro cognitivo habitual en las personas mayores.
El trabajo, publicado en la revista Food & Function, demostró que la ingesta diaria de este tipo de zumo mejoraba las puntuaciones obtenidas en pruebas de memoria de personas mayores.
En concreto, en el experimento participaron 34 participantes de entre 65 y 73 años que fueron divididos en dos grupos: el primero debía consumir casi medio litro de este tipo de zumo, mientras que el segundo lo hacía de una bebida placebo. La mitad la tomaban por la mañana y el resto por la tarde, y la prueba se prolongó durante 12 semanas.
Los participantes eran personas sanas, es decir, no fumadores, que no habían sufrido un diagnóstico anterior de enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer o problemas psiquiátrico y que no tomaban ninguna medicación que pudiera alterar de algún modo su función cognitiva. Durante el tiempo que duró el experimento, se les pidió que mantuvieran su dieta habitual y que hicieran lo mismo con su actividad física.
Los investigadores de la Universidad de Delaware midieron la función cognitiva y la memoria subjetiva tanto antes como después del trabajo y, para ello, utilizaron pruebas y test muy establecidos en la práctica clínica.
Tras tres meses de consumo del zumo o su imitación, se observó que el zumo había impactado positivamente en ambos parámetros. En concreto, las personas que lo habían consumido a diario mostraban un incremento del 5% en su satisfacción con la capacidad de recodar cosas, una reducción del 4% en el tiempo de movimiento cognitivo (una medida de la velocidad de respuesta a los estímulos visuales) y una reducción del 23% en errores cometidos en una prueba de memoria visual episódica.
También mejoraron -en un 18% y siempre en comparación al grupo placebo- en una prueba que medía la atención mantenida en el tiempo y en otra en la que se medía la memoria en combinación con la estrategia.
"La función cognitiva es un determinante clave en la independencia y la calidad de vida de las personas mayores", explica el autor principal del estudio, el profesor de salud del comportamiento y nutrición en la citada universidad Sheau Ching Chai. "Los potenciales efectos beneficiosos de estas cerezas pueden asociarse a los componentes bioactivos que contienen, que incluyen polifenoles, antocianinas y melanina", añade.
El experto también apunta que los participantes asignados a la intervención terapéutica la siguieron sin problema, por lo que su inclusión en una dieta diaria no parece suponer un problema a la hora de implantarlo en la práctica clínica.
Sin embargo, ellos mismos advierten sobre la pequeña muestra del estudio y la necesidad de repetir trabajos similares con más participantes antes de dar por sentado estas conclusiones.