La sandía forma parte de una dieta ideal: nutritiva, refrescante y rica. Es perfecta para los días más calurosos ya que está compuesta por un 90% de agua, lo que la convierte en hipocalórica, es decir, muy baja en calorías. Aporta sales minerales que son esenciales como el potasio y el magnesio e interesantes cantidades de fibra y vitaminas A, C y B6.
Además, tiene un gran poder antioxidante gracias al licopeno, una sustancia que se encarga de neutralizar los radicales libres que contribuyen al fenómeno de la oxidación el organismo.
Según un estudio realizado por el Departamento de Nutrición de la Universidad Federal de Santa Catalina (Brasil), esta función se asociaría a una menor probabilidad de sufrir cáncer y ciertas enfermedades crónicas.
Sin embargo, podríamos estar cometiendo un gran error al consumirla. Son muchos los que escupen o tiran las pepitas sin saber que la cáscara negra que las envuelve es una gran fuente de fibra y la semilla que hay en su interior es rica en minerales, proteínas y grasas saludables.
Los datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos afirman que las semillas de sandía aportan 571 kcal por cada 100 gramos. Tienen un alto valor nutricional gracias al contenido en fibra contenida en su cáscara, la cual nos ayuda a realizar la digestión y favorece el tránsito intestinal
También, por las proteínas vegetales donde se incluye la arginina (aminoácido que se obtiene mediante la dieta para sintetizar proteínas y tiene una función importante en la regulación de la presión arterial); y por las grasas, de las cuales destacamos las poliinsaturadas, "grasas saludables" que ayudan al control y disminución del colesterol LDL, el "malo", que causa la obstrucción de vasos sanguíneos.
A destacar también el magnesio y el zinc, que son diferentes oligoelementos que nos ayudan a mantener las defensas del organismo. El magnesio interviene en procesos tan importantes como la regulación de la función muscular, el sistema nervioso o la presión sanguínea. El zinc fortalece el sistema inmunológico y participa en la fabricación de las proteínas o el ADN.
Otros nutrientes esenciales
Dentro de las grasas poliinsaturadas destacamos el omega-6, un ácido graso esencial que nuestro cuerpo no sintetiza y lo debemos obtener a través de la dieta diaria. El omega 6 ayuda al control y bajada de la tensión arterial, reducir el riesgo de diabetes y por tanto el control del azúcar en sangre.
Cristina López de la Torre, coordinadora del Grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea afirma a EL ESPAÑOL que "las semillas de la sandía tienen poder antioxidante debido al licopeno que contienen. El licopeno es un pigmento carotenoide que tiene efectos antioxidantes, antiinflamatorios… A pesar de los beneficios que presenta, el consumo del licopeno a través de la dieta es, en la mayoría de los casos, insuficiente".
Con los datos anteriores se observa que comer las pepitas de la sandía es una buena forma de aumentar las proteínas en nuestra dieta, ya que intervienen en la reconstrucción de los tejidos y el desarrollo muscular, siendo una opción estupenda para aquellos que hacen ejercicio.
No obstante, como todos los alimentos hay que tomarlas con moderación pues pueden ser difíciles de digerir para evitar que nos produzca molestias gástricas. Por ello, se recomienda molerlas y/o triturarlas, consumirlas en ensalada, cocinarlas al horno…
[Más información: Sandía: por qué evita que engordes a pesar de tener azúcar]