La lechuga iceberg ha sido vituperada y despreciada en la gastronomía patria desde el comienzo de los tiempos. Esta hortaliza, que sin embargo se encuentra entre las preferidas en países como Estados Unidos o Reino Unido, tiene fama de ser la peor variedad del universo lechuguil. Basta con hacer una búsqueda en Google para encontrar decenas de resultados en español en los que se desprecia esta verdura de forma redonda, color pálido y textura crujiente. Pero, ¿realmente es la peor nutricionalmente hablando? ¿es mejor la romana, por ejemplo?
Empecemos por el principio. La lechuga, en general, es un alimento que aporta muy pocas calorías a la dieta ya que, tal y como apunta la Federación Española de la Nutrición (FEN), destaca por tener un alto contenido en agua (un 95%). Es por esta razón que este tipo de verduras se utilizan a menudo en dietas de adelgazamiento. "La lechuga es un alimento que aporta un bajo contenido energético por su alto contenido en agua y su escasa cantidad de hidratos de carbono, proteínas y grasas", señala la FEN en su página web.
El hecho de que esté compuesta con tal cantidad del líquido elemento hace que no quede mucho espacio para otro tipo de nutrientes. Aun así, podemos decir que la lechuga es fuente de vitamina C (4 miligramos) y folatos (136 microgramas). "Una ración de lechuga cubre el 15% de las ingestas recomendadas de vitamina C y folatos", señala el organismo. "El aporte en minerales tampoco resulta especialmente significativo, aunque sí posee pequeñas cantidades de fósforo, potasio, hierro y calcio. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que las hojas de color verde intenso, que por lo general suelen ser las menos tiernas, son precisamente las más ricas en vitaminas y minerales".
Es decir, aquellas variedades de lechuga que presentan un color verde más intenso son las más ricas en nutrientes. Es el caso de la lechuga romana, que presenta un verde más intenso que en la variedad iceberg. Así, mientras que la primera aporta 2,1 gramos de fibra, la segunda apenas llega a los 1,2 gramos. Ocurre lo mismo con la vitamina C. La lechuga romana contiene 4 miligramos y, en cambio, la iceberg contiene 2,8 miligramos. Ocurre exactamente lo mismo con los niveles de vitamina A, ácido fólico o magnesio. Además, tiene menos sabor que la primera.
En realidad, la lechuga iceberg sale perdiendo casi con cualquier hortaliza de hoja verde que podamos incluir en la ensalada. Es el caso de las espinacas, por ejemplo, tan de moda últimamente en platos de lo más variopinto, también. Las espinacas tienen una menor (aunque también elevada) cantidad de agua (89%), una mayor cantidad de fibra (6 gramos por cada 100 gramos), de vitamina C y de ácido fólico.
Así, podemos afirmar que existen opciones de hortalizas verdes mucho más nutritivas que la lechuga iceberg a la hora de elegir una u otra variedad para hacer una ensalada. La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard publicó hace algún tiempo un artículo sobre qué hortalizas son las mejores desde el punto de vista nutricional a la hora de elaborar una ensalada verde. En el mismo se señala que, pese a que la lechuga iceberg contiene ácido fólico y vitamina A, es la variedad "menos densa en nutrientes". "No estoy recomendando que evites la lechuga iceberg, sólo que es mejor hacer la ensalada con otro tipo de verduras", dice Elisabeth Moore, dietista-nutricionista de un centro médico afiliado a la prestigiosa universidad.
¿Quiere esto decir que es preferible no tomar lechuga antes que elegir esta variedad? No. Este tipo de hortaliza es perfectamente saludable y es preferible que esté, al igual que otro tipo de verduras, en nuestra dieta diaria. Pero puestos a elegir, siempre es mejor optar por la lechuga romana antes que por la iceberg. ¿En qué medida? La respuesta la tiene el Plato para Comer Saludable de Harvard, que establece que la mitad de nuestros platos deben estar integrados por frutas y verduras. "Intente incorporar color y variedad y, recuerde que las patatas no cuentan como un vegetal por su efecto negativo en el azúcar de la sangre".