Si alucinaste cuando te dijeron que los cacahuetes eran legumbres, en vez de frutos secos, espera a saber qué narices son los higos. Tienen forma de peras pequeñas, se pueden comer crudos, son dulces, se venden en la frutería… Todo nos hace pensar en que son una fruta. Sin embargo, se trata de una inflorescencia o, dicho de manera sencilla, una flor. Pero no una flor cualquiera, los higos son flores invertidas.
Pero, ¿qué significa esto? La flor es el aparato reproductor de las plantas y, normalmente, está expuesto al exterior para que el viento o los insectos lleven a otras flores el polen. Cuando una flor es polinizada genera las semillas de la planta y, alrededor de ellas, el fruto. Si los higos son flores invertidas, es decir, que tienen el aparato reproductor escondido en el interior de una estructura, ¿cómo es posible que sigan existiendo?
Si los higos siguen entre nosotros es porque se han aliado con un tipo específico de avispa para reproducirse. La avispa en cuestión es la Blastophaga psenes, conocida también como avispa de los higos. La dependencia de una especie con respecto a la otra es total, es decir, sin higos estas avispas se extinguirían y sin estos insectos no habría higos. Este fenómeno se conoce como mutualismo y, aunque pueda parecernos una historia de amor al más puro estilo Disney, en realidad, termina como Romeo y Julieta.
Reproducción imposible
Lo primero que hay que explicar es que existen higos hembra e higos macho. Sin embargo, las avispas que van de un higo a otro son todas hembras. Pues bien, la vida de estas hembras se centra, básicamente, en encontrar un higo en el que depositar sus huevos. Cuando se adentran en un higo, no saben si es macho o hembra. Sin embargo, para tener éxito deben hacerlo en uno que sea macho. Pero, ¿por qué? La estructura interna de los higos machos es el único ambiente posible para que los huevos prosperen y lleguen a dar lugar a la descendencia de las avispas.
Hasta aquí todo parece normal, pero los problemas comienzan cuando la avispa debe entrar en uno de estos higos. El agujero de entrada es tan pequeño que las avispas pierden las antenas y las alas al entrar. Una vez dentro, la avispa mutilada cumple con su misión vital y deposita los huevos en los compartimentos adecuados. Pero, una vez terminada la tarea, la avispa no puede salir y muere atrapada entre las paredes del higo.
Ahora es el turno de sus retoños. Las primeras avispas que nacen son las que son macho. Si bien la avispa de los higos hembra se parece a las avispas comunes, los machos son un insectos ciegos, sin alas y bastante feos. Su cometido en la vida tampoco es mejor: deben fecundar a sus hermanas cuando todavía no han nacido y abrir caminos al exterior para que, cuando salgan del huevo, las hembras puedan salir con más facilidad. Una vez completada la misión, mueren también. Al nacer, las hembras salen del higo por los canales que han hecho sus hermanos y fecundadas por los mismos, y se dirigen a otro higo donde cumplir su fatal destino.
El higo que nosotros tomamos
Este fenómeno se da únicamente en los higos macho. Por suerte para nosotros, los que comemos son higos hembra, aunque las avispas entran también en ellos. Cuando nace una avispa en el interior de un higo macho se reboza en el polen que contiene, si entra en un higo hembra lo deposita en el interior y, de esta manera, se generan las semillas que darán lugar a nuevas higueras. Mientras que para la higuera esto es positivo, la avispa sale perdiendo nuevamente. Pierde las antenas y las alas al entrar en el higo de la misma manera, pero, además, muere en el interior de la flor sin poder depositar los huevos.
De todas formas, es raro encontrar un higo en el que se pueda observar el cadáver de la avispa sacrificada por su comunidad. El interior del higo contiene ficina, una enzima que disuelve al insecto y, de esta manera, borra su rastro. Si compras los higos en un supermercado lo más probable es que nunca veas estas avispas. De hecho, la mayoría de ellos se comercializan sin haber sido polinizados por la avispa y, por tanto, se caracterizan por no tener semillas en su interior. El árbol de la higuera también se puede propagar por esqueje.