La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), dependiente del ministerio de Sanidad, ha tenido conocimiento a través del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI), de una notificación de alerta trasladada por las Autoridades Sanitarias de Galicia relativa a la presencia de huevo no declarado en el etiquetado en patés a base de moluscos y crustáceos fabricados en España.
La gama de productos implicados pertenece a la marca A Perla Illas Cies Gourmet y son concretamente los siguientes: Paté de Pulpo a Feira (Lote 2023N0); Paté de Centollo (Lote 2023N4); Paté de Nécora (Lote 2023N1) y Paté de Quisquilla (Lote 2023N8). Todas las variedades han sido comercializadas en lata redonda de 80 gramos de peso neto.
El producto afectado ha sido fabricado en España y se ha distribuido en Andalucía, Cataluña, Castilla y León, Galicia, Madrid y País Vasco. Según Aecosan, se ha procedido a informar de estos hechos a las Autoridades competentes de las Comunidades Autónomas a través del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI).
Como medida de precaución, la Agencia recomienda a aquellos consumidores alérgicos al huevo que pudieran tener el producto anteriormente mencionado en sus hogares que se abstengan de consumirlo. Asimismo se indica que la ingesta de este producto no comporta ningún riesgo para el resto de consumidores.
Una alergia común
La alergia al huevo está muy extendida. De hecho, según algunos datos, ocupa el segundo puesto entre la alergias alimentarias más comunes entre la población infantil. Al igual que con la leche, muchos de ellos, alrededor de un 68%, la superarán antes de alcanzar los 16 años.
Como curiosidad, es posible ser alérgico a las claras de huevo, pero no a las yemas, y al contrario. La explicación a este peculiar fenómeno radica en que las proteínas presentes en cada una de estas partes tienen unas ligeras diferencias. Sin embargo, algunos estudios apuntan a que la mayoría de las proteínas que desencadenan una alergia se encuentran en las claras de huevo, por lo que la alergia a estas es más común.
Dolor de estómago, reacciones cutáneas (como urticaria o sarpullido) o la aparición de problemas respiratorios son los síntomas más comunes entre los alérgicos al huevo si lo consumen. También es posible sufrir episodios de anafilaxia, aunque son menos frecuentes.
Paradójicamente, un estudio encontró que alrededor del 70 % de los niños con alergia al huevo podrían tolerar galletas o pasteles con huevo cocido. Sin embargo, ante la duda, es mejor abstenerse.
¿Alergia o intolerancia?
Debemos diferenciar entre las dos afecciones, aunque ambas presenten síntomas similares. Las intolerancias alimentarias suelen provocar un malestar general en el sistema digestivo de la persona que ingiere un alimento que no tolera (náuseas, gases, retortijones abdominales, diarrea…).
En el caso de las alergias alimentarias, no solo provocan que la persona empeore su estado, sino que pueden ocasionar reacciones de riesgo fatal a causa de la ingesta mínima de un alimento o la exposición a un alimento (presión de garganta, dificultad respiratoria, ronquera, vómitos, dolor de estómago, urticaria, disminución de la tensión arterial…).
Jorge Martínez, médico de la sección de Gastroenterología y Nutrición en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, señala que "la clave para comprender la diferencia entre ambas está en que las alergias tienen un mecanismo de producción inmunológica (nuestro organismo produce anticuerpos inmunoglobulina E [IgE]), mientras que las intolerancias tienen un mecanismo no inmunológico".
Es importante prestar atención a ambas afecciones, más todavía, cuando un niño sufre por primera vez un cuadro de alergia alimentaria, y cuando ni siquiera el niño ha sido diagnosticado por padecer una intolerancia/alergia a algún alimento.
Eliminar los alérgenos de un alimento es algo totalmente imposible, ya sea por un proceso de cocción o con cualquier otra técnica culinaria como la congelación. En el caso de las bacterias sí que es posible eliminarlas mediante la cocción. Está demostrado que, si son expuestas a temperaturas superiores a los 100ºC, las bacterias mueren con la consecuente mejora del estado del alimento en cuestión.