El papel de aluminio es uno de esos productos que consideramos como básicos para cualquier cocina. Normalmente lo utilizamos para guardar comida: el bocadillo para después del colegio, la cena que se enfría a la espera de alguien que se ha retrasado o, incluso, para dejar guardar las sobras en la nevera.
La facilidad con la que el papel se adapta a la forma del contenido, su resistencia y la capacidad de absorber el calor de la comida hacen pensar que esa es su misión en la vida. Pero, ¿y si estamos utilizando mal el papel de aluminio?
La revista norteamericana Reader’s Digest publica un artículo en el que alerta del peligro de envolver sobras de comida en este icónico embalaje. El medio explica que el papel de aluminio fue creado para cocinar comida en el horno y, posteriormente, comenzó a utilizarse para guardar sobras.
Supuestamente, este uso indebido puede ser el caldo de cultivo de ciertos microorganismos que, posteriormente, hagan enfermar al consumidor. El problema no es del papel en sí, es decir, el aluminio no genera estas pequeñas formas de vida que pueden poner en riesgo nuestra salud. Esas bacterias se encuentran en la comida.
Sí, a pesar de que con la cocción eliminamos una gran cantidad de gérmenes patógenos, algunos grupos de bacterias pueden colonizarla si se encuentran al aire y a cierta temperatura. Es el caso del estafilococo y del Bacillus cereus, que producen ciertas toxinas que la cocción es incapaz de destruir.
De hecho, el departamento de Salud del estado de Washington, en Estados Unidos, advierte del peligro de dejar una comida caliente al aire en una habitación por más de dos horas, ya que en ese período la población de bacterias crece rápidamente. ¿Cuál es el principal problema de elegir aluminio para tapar las sobras?
Un buen aislamiento
El principal es que el papel de aluminio no aísla completamente a la comida de la atmósfera que la rodea y, por lo tanto, el riesgo de contaminación es similar a cuando está desprotegida. El aire dentro de la comida es la razón por la cual las bacterias se multiplican y expanden toxinas peligrosas para nuestra salud.
Por esta razón, es especialmente importante encontrar los envases perfectos para conservar nuestras sobras. La dietista de la Clínica Cleveland, Lindsay Malone, explica que lo ideal es que los contenedores no sean demasiado profundos y tengan un sistema de cierre hermético.
Estos envases ayudan a que el enfriamiento de la comida se produzca con una mayor rapidez y evitan que las bacterias colonicen nuestra comida. Malone explica que, además, deberíamos introducir nuestras sobras en la nevera antes de ese período de dos horas en el que el crecimiento de las bacterias se vuelve peligroso.
La comida que haya pasado más de dos horas a la intemperie debe ser tirada para evitar toxiinfecciones alimentarias. Debemos prestar especial atención a los lácteos y a las carnes porque son alimentos propensos a contaminarse antes y con mayor rapidez.
Es decir, la mejor manera de conservar las sobras es hacerlo en recipientes o tuppers herméticos, cuyo tamaño se adecúe mejor con la cantidad de comida que se conservará en el interior. La comida debe guardarse en el frigorífico antes de dos horas; no es peligroso hacerlo mientras todavía está caliente, pero la nevera consumirá más energía para lograr enfriarla.
El film transparente es un material que aísla de manera más eficaz la comida, pero es menos respetuoso con el medio ambiente porque se desecha tras cada uso. Lo mejor que podemos hacer con el papel de aluminio, por lo tanto, es utilizarlo para su uso original: cocinar en el horno.