Un estudio publicado en la revista Cell Metabolism trata de resolver una de las controversias de la investigación en nutrición: ¿son los edulcorantes artificiales inocuos o tienen efectos negativos a largo plazo? El problema, según este nuevo trabajo, estaría en la combinación con los carbohidratos. Al consumirlos juntos, se alteraría la sensibilidad a la insulina, una situación precursora de la diabetes, y se reduciría la respuesta del cerebro a los sabores dulces tal y cómo la registra la Imagen por Resonancia Magnética funcional (fMRI por sus siglas en inglés).
"Cuando comenzamos a investigar, lo que nos preguntábamos era si el consumo prolongado de un edulcorante artificial conduciría a una degradación de la capacidad predictiva del sentido del gusto", explica Dana Small, neurocientífica y profesora de psiquiatría del Centro de Investigación de la Dieta y la Fisiología Moderna de la Universidad de Yale. "Esto es importante, porque la pérdida de la percepción del sabor dulce puede conllevar una incapacidad para regular la respuesta que prepara al organismo para metabolizar la glucosa y los carbohidratos en general".
Para determinarlo, se seleccionaron 45 voluntarios entre los 20 y los 45 años que no solían consumir edulcorantes bajos en calorías. Todos los participantes tenían un peso saludable y no sufrían alteraciones metabólicas. Y no se les pidió ningún cambio de dieta o de hábitos más allá de tomarse siete bebidas en el laboratorio a lo largo de un periodo de dos semanas.
Los investigadores los sometieron a pruebas antes, durante y después del ensayo, incluyendo medidas de la percepción del gusto, tolerancia a la glucosa para determinar la sensibilidad a la insulina, y escáneres de fMRI para determinar cómo reaccionaba su cerebro a los distintos sabores.
Las bebidas en cuestión eran refrescos con sabor a fruta que añadían sucralosa, un sustitutivo desarrollado a partir del azúcar de mesa; además, algunos de los participantes que tomaron sucralosa recibieron maltodextrina, un carbohidrato no azucarado que permitían controlar las calorías sin añadir sabor dulce. Y, sorprendentemente, fue este último grupo el que que demostró mayores cambios en la respuesta a nivel neurológico, así como en la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de la glucosa.
Asombrados por el resultado, los investigadores añadieron un segundo grupo de control al que les proporcionaron bebidas con maltodextrina como único aditivo. Para estos participantes, no se detectaron alteraciones de ningún tipo en la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de la glucosa.
"Puede que el efecto resulte del envío de mensajes incorrectos desde el estómago hacia el cerebro calibrando incorrectamente la cantidad de calorías presentes", sugiere Small. "El tracto gastrointestinal es sensible a la sucralosa y la maltodextrina, y señalaría que hay el doble de calorías presentes de las que existen en realidad. Con el tiempo, estos mensajes incorrectos producirían efectos negativos al alterar la forma en la que el cerebro y el organismo reaccionan ante el dulce".
La especialista señala que una cohorte de estudios previos sobre los edulcorantes artificiales ha consistido en mezclarlos con yogures naturales, que incorporaban carbohidratos a partir de los lácteos y que han tenido resultados similares a los vistos con la maltodextrina. Y esto podría explicar por qué las investigaciones anteriores sobre la materia han alcanzado conclusiones contradictorias.
De hecho, apunta Small, sus primeros ensayos fueron con adolescentes, pero tuvieron que interrumpirlos cuando vieron que los niveles de insulina en ayunas de dos de los menores se disparaban ante la presencia de la combinación de sucralosa y maltodextrina. "Nuestros hallazgos indican que no hay problema en tomarse un refresco light de vez en cuando, pero no debería beberse al mismo tiempo que se consume algo rico en carbohidratos".
"Si vas a comer patatas fritas, es mejor incluso tomarse un refresco azucarado que uno edulcorado. Aunque mejor todavía es tomar agua", precisa. Y predica con el ejemplo: "Esto ha cambiado la manera en la que como y en la que alimento a mi hijo. Y ya he advertido a mi familia y a todos mis amigos sobre esta interacción".
Los estudios a futuro, indica, deben valorar si el reto de edulcorantes artificiales y otros más naturales, como la estevia, tienen los mismos efectos que la sucralosa. La mayoría los tendrá, avisa Small: "Es difícil de decir, porque todavía no entendemos completamente cómo funciona este mecanismo", concluye. "Pero esperamos poder investigarlo en profundidad sobre ratones".