Los huevos son alimentos saludables y podemos tomarlos varias veces a la semana. Aunque hace un tiempo estábamos convencidos de que podían elevar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, algunos estudios recientes afirman que podemos tomar hasta más de siete en siete días. Por lo tanto, se trata de una fuente de proteínas que nos puede ayudar a reducir parte de la carne animal que comemos.
De todas formas, el huevo requiere un cuidado especial para evitar que en él se introduzcan microorganismos patógenos. A la hora de cocinarlos es importante que nos cercioremos de que han sido bien cocinados. El microorganismo más común que puede almacenar un huevo en mal estado es la bacteria Salmonella. Por esta razón, en los locales de restauración se utilizan productos alternativos que consiguen un resultado similar sin comprometer la salud de los clientes.
Pero, ¿qué debemos hacer en casa para que su consumo sea lo más seguro posible? Pues introducir los huevos en la nevera, pero no en la huevera. Aunque parezca el sitio perfecto para estos alimentos, este lugar puede comprometer su seguridad. En la puerta de la nevera se producen variaciones de temperatura y, en consecuencia, pueden aparecer gotas de condensación sobre la cáscara.
Si este agua se encuentra contaminada es probable que pase al interior del huevo, ya que la cáscara es una barrera que, en realidad, contiene una gran cantidad de pequeños poros. Por esta razón, la experta en seguridad alimentaria, Gemma del Caño, recomienda que pongamos los huevos en las estanterías del medio o más altas de la nevera, al fondo y siempre en el envase en el que se comercializan. Así, los huevos permanecerán a una temperatura estable y no entrarán en contacto con otros jugos de alimentos que puedan haberse derramado.