Una 'dieta basada en plantas' puede ayudar a prevenir y atenuar los síntomas del asma, mientras que el consumo de productos lácteos y de comidas ricas en grasas aumenta el riesgo de sufrir episodios severos. Así lo asegura una investigación publicada en Nutrition Reviews.
El asma es una dolencia crónica común por la que las vías aéreas de una persona se estrechan y se inflaman, lo que frecuentemente apareja dificultades para respirar, tos, jadeos y falta de aliento.
"El asma afecta en EEUU a 25 millones de personas, y desafortunadamente, puede hacer que las personas sean más vulnerables a la pandemia de COVID-19", explica Hana Kahleova, directora de investigaciones clínicas del Comité de Médicos de EEUU y autora del estudio. "Esta investigación ofrece pautas sobre cambios dietéticos que podrían ser de ayuda".
En España, el asma es reconocido como un factor agravante de la neumonía por coronavirus por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Esta afección crónica está vinculada con dos de los casos más dramáticos de muerte por COVID-19 ocurridos en nuestro país: el de una embarazada de 37 años a la que se le practicó una cesárea de emergencia y cuyo bebé tampoco sobrevivió, y el de la joven doctora Sara Bravo de Mota del Cuervo (Castilla-La Mancha).
Los investigadores sometieron a revisión las relaciones probadas entre la dieta y el asma y comprobaron que hay determinadas comidas -que incluyen la fruta, los vegetales, el grano entero y otras comidas ricas en fibra- que son beneficiosas mientras que otras -como los productos lácteos y las comidas especialmente abundantes en grasas saturadas- empeoran la situación.
Los autores de la revisión destacan que, en uno de los ensayos clínicos abordados, un grupo de pacientes asmáticos que se alimentó con una dieta basada en plantas durante ocho semanas experimentó una mayor reducción en el uso de la medicación para el asma, así como síntomas menos frecuentes e intensos, con respecto al grupo de control.
En otro de los estudios reseñados, los pacientes adoptaron una dieta basada en plantas durante un año y experimentaron mejoras en su capacidad vital -una medida del volumen de aire que el individuo es capaz de expeler tras inspirar aire en sus pulmones- así como de otras medidas relacionadas.
Los investigadores apuntan a que estos beneficios se deben a la capacidad de la dieta basada en plantas para intervenir sobre la inflamación sistémica del organismo, una condición que puede exacerbar el asma, y reducirla. Esta forma de alimentación también es rica en fibra, lo que también se asocia con una mejora de la función pulmonar.
Por último, los flavonoides y el resto de antioxidantes que contienen estos alimentos también se relacionan con propiedades antiinflamatorias y protectoras. Por otro lado, un estudio de 2015 apuntaba a que los niños que tomaban más productos lácteos al día tenían una mayor probabilidad de desarrollar asma que los que los ingerían menos a menudo.
En otro ensayo, se repartieron dos grupos de niños asmáticos: en el de control no realizaron cambios de alimentación, mientras que en el experimental se les retiraron los lácteos y los huevos durante ocho semana. Lparticipantes en el segundo grupo mejoraron un 22% en la rapidez a la que lograban exhalar el aire, mientras que los del primero experimentaron un empeoramiento del 0,6%.
Un consumo abundante de grasas, de grasa saturada en particular y un bajo aporte en fibra fueron otros de los factores identificados con la inflamación de las vías aéreas y el empeoramiento de la función de los pulmones de los pacientes con asma. "Esta investigación pionera demuestra que llenar nuestros platos con comidas basadas en plantes puede ser una herramienta potente contra el asma", explica Kahleova.