La dieta cetogénica se ha convertido en uno de los métodos alimentarios de moda durante los últimos años. Si bien, como cualquier otro tipo de dieta, tiene defensores y detractores, la realidad es que una 'dieta keto' correctamente formulada puede dar lugar a diversos beneficios para la salud. Aunque, como suele suceder, no es para todo el mundo: está contraindicado su uso en el embarazo, y también si se sufre insuficiencia renal o casos relacionados.
Sin embargo, y a pesar de los mencionados beneficios que puede otorgar este tipo de dieta alta en grasas saludables y muy baja en carbohidratos, no carece de inconvenientes y efectos secundarios. Algunos de los más conocidos, durante las primeras etapas de la dieta cetogénica, son náuseas, dolor de cabeza e incluso mal aliento. Son, afortunadamente, transitorios.
Pero, además, existe otro efecto secundario menos conocido y poco comentado: la dieta cetogénica aumenta el volumen de flujo vaginal y su olor. Aunque este efecto desagradable no ha sido estudiado a fondo, se sospecha que podría deberse a algún tipo de vaginosis bacteriana.
Se sabe que existen unas bacterias muy conocidas, los Lactobacillus, que son importantes para garantizar un ambiente ácido en la vagina, algo que a su vez ayuda a mantener el microbioma vaginal natural. Sin embargo, cuando dicho ambiente ácido se altera, se produce la vaginosis bacteriana: un exceso de crecimiento de otro tipo de bacterias que reemplazan a los Lactobacillus. El pH vaginal típico, en edad fértil, suele rondar los 4.5 puntos, pero puede alterarse por diversas razones.
Una de dichas razones es la alimentación, como ya sugirió un estudio llevado a cabo en 2007: una dieta alta en grasas puede alcalinizar el pH vaginal, es decir, aumentarlo. En dicho trabajo se detectó que las participantes con una dieta de este tipo poseían un pH vaginal promedio de 5.1, significativamente superior al típico, y pudiendo ser a su vez indicativo de vaginosis bacteriana. Por tanto, la conclusión del estudio fue que esta dieta aumentaría el riesgo de infecciones bacterianas relacionadas con la vaginosis, al aumentar el crecimiento de rivales de los Lactobacillus.
Posteriormente, en un estudio más reciente, llevado a cabo en febrero de 2020, una revisión volvió a identificar una relación entre una dieta alta en grasas y la vaginosis bacteriana. Sin embargo, también sugirió que las grasas saturadas en especial tendrían más relación si cabe. Una vez más se concluyó que una dieta alta en grasas aumentaría el riesgo de sufrir vaginosis bacteriana, una situación que puede producirse fácilmente al llevar a cabo una dieta cetogénica, donde el 80% del consumo calórico se basa en este macronutriente.
Cabe destacar, por otro lado, que la vaginosis bacteriana es relativamente común entre las mujeres de entre 15 y 44 años, siendo los síntomas más típicos un flujo vaginal aumentado de color blanco o grisáceo, con un olor intenso similar a pescado, junto a sensación de ardor, picor e incluso dolor a nivel vaginal y urinario.
Otros efectos secundarios
A corto plazo, se sabe que la dieta cetogénica da lugar a otro tipo de efectos secundarios, siendo el más típico la conocida como la "gripe keto", que se resuelve espontáneamente con el paso del tiempo, siendo habitual sufrir síntomas como náuseas y vómitos, dolores de cabeza y mareos, insomnio y fatiga e incluso estreñimiento.
Por su parte, está el conocido mal aliento, que puede describirse como "afrutado" o similar a un quitaesmalte. Este alimento se produce de forma secundaria a la secreción de acetona, dada la baja proporción de hidratos en la dieta.
A largo plazo, existen otros potenciales efectos secundarios conocidos en la dieta cetogénica, aunque no tienen por qué producirse: hígado graso, bajos niveles de proteínas en sangre, cálculos renales y déficits de vitaminas y minerales. Muchos de estos efectos se deben, en realidad, a una mala organización del plan dietético, y no al hecho de llevar a cabo una dieta cetogénica como tal.