Las evidencias de que la ingesta excesiva de azúcares libres y de asimilación rápida está relacionada con la obesidad y el riesgo de problemas de salud asociados a ella son cada vez más contundentes. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido la firme recomendación de limitar su consumo para que no representen más del 10% del aporte calórico diario a nuestra dieta y recomiende que no sobrepase el 5%.
Sin embargo, para los consumidores no resulta sencillo aplicar esta medida. Las deficiencias en el etiquetado, el arraigo cultural de lo dulce, y sobre todo una serie de falsos mitos que rodean al azúcar, no permiten a los consumidores distinguir de forma clara los azúcares que están presentes en los alimentos de forma natural y de los añadidos de forma artificial durante el procesado de algunos alimentos.
Por todo ello, OCU quiere advertir a los consumidores de los mitos que rodean al azúcar:
Se deben eliminar todos los azúcares de la dieta
A menudo los consumidores reciben mensajes sobre la conveniencia de eliminar todos los azúcares de la dieta sin matices, lo que puede conducir a eliminar no solo los alimentos con azúcares añadidos, sino aquellos otros que tienen azúcar de forma natural en su composición (como la fruta y verdura sin licuar, triturar o exprimir, o la leche). Sin embargo, OCU recuerda que se considera probado científicamente que los azúcares simples que se encuentran en estos alimentos no tienen efectos adversos para la salud y que no hay motivo alguno, más bien al contrario, para dejar de consumirlos.
El azúcar moreno, el integral, el moscabado o la panela son mejores que el azúcar blanco
OCU señala que todos estos azúcares contienen la misma sustancia, la sacarosa, y por tanto, todos tienen las mismas calorías. Lo único que varía es el proceso de obtención, que con el proceso de refinado varía el aspecto y la textura. El azúcar no refinado, tiene una pequeña proporción de minerales y vitaminas en cantidades tan mínimas que no aportan ningún beneficio. OCU advierte del riesgo añadido que supone pensar que estos azúcares son más saludables y añadir más cantidad que de azúcar blanco.
El etiquetado ayuda a saber si un azúcar es añadido o del propio del alimento
Para los consumidores no resulta fácil distinguir entre el azúcar naturalmente presente en el alimento y el añadido, ya que muchos fabricantes no los diferencian en el etiquetado. Por otra parte, el uso de alegaciones por parte de la industria también da pie a confusiones. Productos que con la frase "sin azúcares añadidos" no impiden el uso de edulcorante o incluso preparados de frutas (pasta de dátil o zumo de manzana) para conseguir dulzor sin aportar apenas ningún beneficio.
Hay alternativas endulzantes más saludables que el azúcar
OCU advierte que otros endulzantes alternativos como la miel, jarabe de arce o sirope de agave, contienen casi tanto azúcar como el azúcar mismo y tienen un perfil calórico muy semejante y unas pocas trazas de otros nutrientes que no alcanzan para justificar su fama de "más saludables" pues desde un punto de vista nutricional, las diferencias son muy poco significativas.
Es mejor sustituir el azúcar añadido por edulcorantes
El empleo de edulcorantes no nutritivos o con muy bajo valor calórico como la sacarina, el aspartamo o la Stevia pueden ayudar a reducir el consumo de azúcar. Sin embargo, OCU señala que varios estudios han demostrado que este reemplazo no aporta ningún beneficio en el control del peso porque no ayuda a educar el paladar y orientar su interés hacia otro tipo de sabores, lo que a la larga sigue dificultando evitar la tentación, además de hacer perseverar en hábitos nutritivos poco saludables, como consumir refrescos edulcorados en lugar de agua.
Tomar mucho azúcar puede volverme diabético
OCU destaca que, hasta el momento, no se ha podido establecer una relación directa e inequívoca entre un consumo elevado de azúcares y el aumento de probabilidades de aparición de diabetes de tipo 2. No obstante, sí se ha observado que una alta ingesta de azúcares añadidos es un factor desequilibrante de la dieta y favorece el desarrollo de obesidad y sobrepeso que, a su vez, sí es un claro factor de riesgo para el desarrollo de diabetes mellitus.