Las cocinas de los diferentes hogares son más parecidas entre ellas de lo que pensamos. Es muy probable que en la puerta de todos nuestros frigoríficos esté la típica botella con agua del grifo fría, un medio limón reseco y, por supuesto, un brick de leche de vaca. Sin embargo, resulta que ese no es el mejor lugar para conservar nuestro lácteo favorito por mucho que su envase encaje a la perfección en él.
Lo mismo pasa con los huevos. A pesar de que a alguien se le ocurrió diseñar una huevera que encaja perfectamente en uno de los compartimentos de la puerta, no se deben situar en este lugar de la nevera. Esta zona debe quedar reservada a los alimentos menos propensos a estropearse a cierta temperatura como los refrescos y otras bebidas y las salsas que no sean caseras.
Esto pasa porque la puerta de la nevera se abre y se cierra continuamente y, aunque no lo creamos, esto hecho produce variaciones de temperatura. La puerta es la zona menos fría de la nevera. De hecho, los alimentos que se ubican en estos estantes pueden encontrarse en ocasiones perlados con gotas de condensación. Si estas gotas de agua están contaminadas por algún microorganismo, puede atravesar la cáscara de los huevos y estropearlos.
Cómo conservar la leche
La leche es un producto que compramos en el supermercado a temperatura ambiente. Esto se debe a que la mayoría de ellas son del tipo UHT o uperizadas. Esta leche ha pasado por un proceso en el cual se calienta a 100 grados centígrados durante unos tres o cuatro segundos. "Esto permite que se conserven las cualidades nutritivas del producto casi intactas y se elimine casi toda la presencia de microorganismos", explican en el blog de Eroski, Consumer.
Si no abrimos el brick de leche podemos conservar la leche fuera de la nevera durante unos 5 o 6 meses. Eso sí, si lo abrimos es importante ponerla cuanto antes en la nevera. La leche es un producto muy delicado en el que pueden establecerse colonias de microorganismos rápidamente. Deberíamos consumir el brick que hemos puesto en la nevera en un plazo de 4 a 6 días.
El lugar idóneo para conservar la leche, al igual que el resto de lácteos, es en los estantes superiores y centrales de la nevera, según la página web de la Comunidad de Madrid. Se trata de una zona fría, pero que, además, permite que los alimentos ahí colocados reciban una temperatura estable. De esta forma, tampoco entran en contacto con los alimentos más perecederos y con jugos, como las carnes, que pueden contaminar los alimentos cercanos.
Los lácteos no son tan importantes
Las verduras, por último, deben emplazarse en los cajones de la parte más inferior y que son, normalmente, la zona menos fría por detrás de la puerta. Ubicando los alimentos en los lugares indicados para su conservación evitaremos toxiinfecciones indeseadas.
La leche es un producto alimenticio que siempre nos han vendido como uno de los más importantes para la dieta. Su contenido en minerales, entre los cuales destaca el calcio, ayuda a alcanzar las recomendaciones diarias de varios de estos elementos. Sin embargo, la leche no es un alimento esencial, podemos prescindir de ella y tomar dichos micronutrientes a través de otros alimentos.
Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo y autor del libro Salud a ciencia cierta (Planeta, 2018), asegura que el papel de los lácteos en la salud se ha exagerado. "Hay otras fuentes de calcio como el brócoli, los higos secos, las avellanas y, sobre todo, las almendras". De todas formas, admite que consumir estos productos no es negativo y es una forma fácil y rápida de adquirir ciertos nutrientes.