Si hubiera que elegir las frutas favoritas del verano, probablemente la sandía y el melón serían las seleccionadas. Por su alto contenido en agua, estos dos alimentos resultan fresquitos y ligeros, ideales para tomar cuando aprieta el calor. Además, no engordan y son bastante saciantes. Pero por su considerable tamaño, cada vez es más común que los supermercados vendan estas frutas por mitades. Una práctica que, probablemente, busca llegar a personas que viven solas, más de 4,7 millones en España.
Así, no es raro encontrar sandías partidas, envuelta en varias capas de plástico, esperando al cliente en una balda, sin ninguna refrigeración. Algo que, según los expertos, puede ser peligroso para la salud. Por no hablar del abuso de plástico de un solo uso que aún impera en las fruterías de los supermercados.
"Lo que sucede cuando cortan la sandía o los melones es romper la protección natural de la fruta, que es la piel", explica a EL ESPAÑOL en una entrevista Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista. De esta forma, los microorganismos que haya en la piel pueden entrar en contacto con la parte comestible de la fruta.
A esto se suma otro problema: que generalmente las sandías y los melones partidos se exponen a temperatura ambiente, ideal para que esos microorganismos crezcan. "Con esto, ya se dan las condiciones para que podamos tener un problema por una intoxicación alimentaria", añade Robles.
Sobre esta idea incide la campaña de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, La fruta cortada, ¡siempre refrigerada!. Según explican desde su web, hay bacterias, como la Salmonella, la Listeria y la Escherichia coli, que pueden contaminar la fruta durante la producción, almacenamiento y transporte, así como en el proceso de la manipulación en tienda. Por eso, antes de cortar la fruta en el supermercado, hay que desinfectarla.
Los problemas pueden aparecer si no se siguen las medidas de higiene y si, después de trocear, no se conserva la fruta en frío, ya que las bacterias se multiplicarán rápidamente. "Desde luego, es una mala práctica. Si se expusiera al menos a temperaturas de refrigeración, tendríamos una barrera de frío. Pero es que muchas veces no es así", reflexiona Robles.
En 2018, hubo una caso muy sonado en el que al menos 70 personas se contaminaron de Salmonella por consumir sandía y melón cortado y envasado en Estados Unidos, según informó el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades del país. No ocurrió con fruta cortada a la mitad, sino con aquella que se vende troceada y envasada desde la fábrica, pero el ejemplo sirve para ilustrar posibles intoxicaciones al manipular estos alimentos. Al menos la mitad de los afectados fueron hospitalizados. Según apuntaron los expertos en seguridad alimentaria en ese momento, el brote pudo desencadenarse por no respetar las normas de higiene en la manipulación de las frutas o por saltarse la cadena de frío.
La normativa
Pero volviendo a los melones y sandías cortados a la mitad, ¿qué dice la ley en España? Sobre la temperatura de conservación de comidas preparadas, el Real Decreto 3484/2000, establece que las comidas con un periodo de duración inferior a 24 horas, se deben mantener a menos de 8 ºC. Si duran más, a menos de 4 ºC. No obstante, la normativa de la Unión Europea dice que se podrán permitir, por necesidades prácticas, que los alimentos pasen periodos limitados de tiempo fuera de control de temperatura, siempre que no suponga un riesgo para la salud. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud fija un máximo de dos horas, pero después deben volver a refrigeración.
Con todo esto, la campaña de la Consejería de Sanidad madrileña recomienda que la fruta cortada se mantenga en refrigeración, no pudiendo estar nunca más de dos horas a temperatura ambiente y, siempre, con carácter excepcional. Así, en caso de preparar fruta cortada con antelación, las tiendas de alimentación deben disponer de procedimientos que garanticen el control del tiempo y temperatura.
"Se recomienda que se corte la fruta para su venta inmediata únicamente en pequeñas cantidades que puedan ser vendidas o servidas al consumidor dentro de las dos horas siguientes a su preparación, como máximo", añaden desde la institución.
Por último, hay que recordar que cuando se vaya a consumir cualquier fruta en casa, siempre hay que lavarla. Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) aconsejan ponerlas bajo el chorro del grifo, aunque se vayan a pelar después. De esta forma, se evita que una posible contaminación pase del cuchillo al alimento.