Las microalgas son la próxima fuente alimentaria para obtener ácidos omega-3 saludables para el ser humano, una alternativa que además será más sostenible para el planeta en comparación con el impacto ambiental de la pesca y la acuicultura. Así lo afirman científicos de la Martin Luther University Halle-Wittenberg (MLU) de Alemania, en base a un estudio publicado en el Journal of Applied Phycology sobre los efectos medioambientales de su cultivo en su país.
Las microalgas llevan en el foco de la investigación desde hace décadas, primero como potencial material de base para los futuros biocombustibles, aunque su aplicación a la alimentación humana ha ganado protagonismo en tiempos más recientes. Se producen principalmente en charcas abiertas en Asia, aunque estos cultivos húmedos están expuestos a la contaminación. Además, algunas especies de algas son más fáciles de producir en sistemas cerrados, los 'fotobiorreactores'.
"Queríamos averiguar si las microalgas producidas en los fotobiorreactores de las plantas alemanas podrían proporcionar una fuente de nutrientes esenciales más sostenible para el planeta que el pescado", explica Susann Schade, del Instituto de Ciencias Agriculturales y Nutricionales de la MLU. Hasta ahora, estos sistemas cerrados solo se han comparado en materia bioambiental con los cultivos en abierto, con peores resultados dado el consumo de energía que implican.
Sin embargo, matiza Schade, "apenas se ha investigado la precisa extensión del impacto medioambiental de las algas producidas para consumo humano, especialmente bajo las circunstancias climáticas como las que afectan a Alemania". Así, los investigadores desarrollaron un modelo capaz de determinar impactos sobre el ecosistema en localizaciones específicas.
"Una de las cosas que hicimos fue comparar la huella de carbono producida por los nutrientes de las microalgas y los del pescado. También analizamos en qué medida estas dos fuentes de alimentos incrementaron la acidificación y la eutrofización de los medios marinos", explica el Dr. Toni Meier, jefe la Oficina de Innovación nutriCARD de la MLU. De este modo pudieron demostrar que el cultivo de microalgas tiene un impacto "similar" a la acuicultura.
"Sin embargo, si comparamos los efectos medioambientales en relación con la cantidad de ácidos omega-3 producidos, el pescado de acuicultura sale mucho peor parado", explica Schade. Una de las ventajas de este cultivo es la escasa extensión de terreno que se requiere para las algas, ya que se puede usar suelo infértil. Al contrario, tanto las piscinas para la crianza del pescado como el pienso con el que se les alimenta requieren gran cantidad de recursos. Tanto la acuicultura del salmón y la panga como la pesca del abadejo salvaje de Alaska obtuvieron peores marcadores sostenibles.
"Las microalgas no pueden ni deben reemplazar completamente al pescado como fuente de alimentación primaria", aclaran los investigadores. "Pero si estas algas pudieran introducirse como parte habitual de la dieta, sería una excelente fuente alternativa de ácidos alimentarios de cadena larga". Varios tipos de algas están siendo usados ya como complemento alimentario en forma de polvo o tabletas, y como aderezo para la pasta o los cereales. Todo esto contribuiría a recudir las carencias de omega-3 en la dieta occidental, aliviando al mismo tiempo la sobreexplotación de los mares y océanos.