Las enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, o el más recientemente estudiado síndrome del intestino irritable son cada vez más prevalentes en la sociedad occidental. En todas ellas suelen destacar como síntomas el dolor abdominal, diarrea, sangrados intestinales, hinchazón; llegando a precisar desde tratamientos farmacológicos hasta intervenciones quirúrgicas en algunos casos.
Se sabe que existen determinados alimentos, como los ultraprocesados, que aumentan el riesgo de sufrir o empeorar las enfermedades inflamatorias intestinales.
Ahora, un nuevo trabajo a cargo de la Universidad de California Davis se ha fijado especialmente en el síndrome del intestino irritable, llegando a sugerir que una combinación de una dieta rica en grasas, como la dieta occidental, y el uso de antibióticos, aumentaría el riesgo de sufrir esta enfermedad que ya afecta a un 11% de la población mundial.
Antibióticos e inflamaciones
Cabe destacar que en todo momento los investigadores de la UC Davis hablan de "dieta rica en grasas" como sinónimo de una dieta occidental, es decir, basada en grasas saturadas, grasas trans y alimentos ultraprocesados en general; no se podría equiparar a otras "dietas ricas en grasas", en este caso basada en alimentos frescos, como podría ser la conocida dieta cetogénica.
Así pues, y según sus hallazgos publicados en Cell Host & Microbe, combinar dicha dieta occidental y ese tipo de estilo de vida en general, junto al uso de antibióticos, aumentaría el riesgo de acabar en un estado pre-EII; es decir, aumentaría el riesgo de sufrir una enfermedad intestinal preinflamatoria. De hecho, el síndrome del intestino irritable se considera un estado pre-EII, dado que produce cambios en la mucosa intestinal y la composición microbiana de la misma, pudiendo dar lugar a enfermedades más graves como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa.
Este proceso se produciría porque la combinación de ambos factores cerraría las mitocondrias, las "fábricas de energía" de las células, del revestimiento del intestino grueso, dando lugar a la conocida inflamación.
Para llegar a tal conclusión, se analizó a 43 adultos sanos y 49 pacientes diagnosticados de síndrome del intestino irritable. Se midió la calprotectina fecal en ambos grupos, un biomarcador de inflamación intestinal, y cuya elevación indicaría una condición pre-EII. En este caso, se identificó a 19 pacientes con síndrome del intestino irritable como pre-EII.
Por otro lado, los investigadores encontraron que todos los participantes que consumieron una dieta alta en grasas, tipo Dieta Occidental, y también usaron antibióticos, tenían un riesgo 8,6 veces mayor de llegar a un estado pre-EII que aquellos con una dieta baja en grasas y sin antecedentes recientes de toma de antibióticos. De forma independiente, el consumo de una dieta alta en grasas por sí solo aumentaría el riesgo de pre-EII hasta 2,8 veces. Por su parte, el consumo de antibióticos por separado aumentaría el riesgo de pre-EII hasta 3,9 veces.
A nivel celular
Respecto al desarrollo de este estado a nivel celular, y gracias al uso de modelos en ratones, en este estudio también se comprobó que una dieta alta en grasas y el uso de antibióticos de forma simultánea cooperarían para interrumpir el trabajo habitual de las mitocondrias en la célula. Esto se traduciría en un problema para quemar y usar el oxígeno a nivel celular, reduciendo su consumo, y dando lugar a una "fuga" de oxígeno a nivel intestinal.
Las bacterias beneficiosas para la salud intestinal prosperan ante la falta de oxígeno en el intestino grueso: sin embargo, una fuga de oxígeno y unos niveles altos del mismo en esta localización darían lugar a un desequilibrio bacteriano, y a una inflamación consecuente. Con el tiempo, se irían reemplazando las bacterias beneficiosas por otros microorganismos proinflamatorios, tolerantes al ambiente rico en oxígeno, y promoviendo aún más la inflamación intestinal.
Para finalizar, el estudio comprobó que algunos tratamientos que ya se usan en las enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, como sería el 5-aminosalicilato o mesalazina, también serían efectivos en estados pre-EII. Este fármaco sería capaz de "reiniciar" las mitocondrias celulares a nivel intestinal. Aún así, los investigadores aconsejan continuar investigando al respecto.