Un equipo de investigadores de la Universidad de Tohoku, en Japón, ha descubierto una relación molecular entre el consumo de algunas grasas trans y ciertos desórdenes de la salud, entre las que se encuentran enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Los resultados del estudio, que han sido publicados en la revista Scientific Reports, demuestran que estas grasas potencian un mecanismo de las mitocondrias que desencadena la muerte de las células.
"Las evidencias científicas recogidas hasta el momento asocian el consumo de ácidos grasos trans con enfermedades relacionadas con el estilo de vida, con la arteriosclerosis e, incluso, con la demencia. Sin embargo, desconocíamos las causas subyacentes que provocan estos problemas", explica Atsushi Matsuzawa, investigador del laboratorio de Química de la salud en la Universidad de Tohoku.
Matsuzawa y su equipo de investigadores observaron el papel de dos tipos de grasas trans, que se producen durante el procesado industrial de los alimentos —el ácido elaídico y el linoelaídico—, en la muerte de células.
Si el ADN de una célula está dañado y no hay posibilidad de repararlo, algunas células programan su propia muerte a través de un proceso llamado apoptosis. Este daño en el ADN puede ser producido por varios factores: por una reacción al oxígeno en ciertas especies reactivas a este elemento, por la radiación ultravioleta o, también, por la medicación contra el cáncer.
Normalmente, las células suelen contrarrestar la apoptosis reparando las lesiones que presentan. Pero pueden producirse problemas en este tipo de respuestas y desencadenarse, en consecuencia, enfermedades que se han relacionado con el consumo de grasas trans.
Grasas y células
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores dañaron el ADN de algunas células con doxorrubicina, un medicamento que se utiliza en la quimioterapia del cáncer. Observaron que los ácidos elaídico y linoelaídico potenciaron el proceso de apoptosis que destruyó la célula más tarde. No pasó lo mismo con las grasas consideradas como buenas, es decir, los ácidos grasos insaturados.
En concreto, las grasas trans dañaron las mitocondrias, que son los orgánulos que aportan la energía a la célula. Las lesiones del ADN provocaron un bucle de señalización en estas mitocondrias y estas generaron especies reactivas al oxígeno que, a su vez, favorecieron la apoptosis. Es decir, las grasas trans de la comida ultraprocesada fomentaron la producción de especies reactivas al oxígeno por las mitocondrias y, en consecuencia, se incrementó la muerte celular.
La apoptosis, el proceso por el que se programa la muerte de la célula, es lo que conduciría al desarrollo y la progresión de desórdenes asociados a las grasas trans, tales como la acumulación de placas de ateroma en las paredes de las arterias.
"Nuestra investigación reveló una función tóxica y un mecanismo de acción de los ácidos grasos trans que pueden desarrollar enfermedades, incluyendo la arteriosclerosis", dice Matsuzawa. "Estos descubrimientos arrojan luz sobre cómo las grasas trans provocan enfermedades a nivel molecular".
Ahora que han localizado algunos mecanismos que generan las enfermedades asociadas al consumo de grasas trans, los investigadores estudian dirigir fármacos a ellos como tratamiento. El equipo trabaja ahora en conocer en más profundidad esta relación y la medida en que este mecanismo contribuye a desarrollar enfermedades. Además, determinarán las diferencias de toxicidad entre los diferentes tipos de grasas trans.