Tras unos días de tregua después de la primera ola de calor del verano, cuando se llegó a alcanzar hasta 45,7 grados en algunos puntos del país, esta semana ha arrancado un segundo episodio de calor intenso que mantendrá los termómetros en valores muy altos al menos hasta el próximo martes, según prevé la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Ante esta situación, en la que el cuerpo se ve obligado a hacer un esfuerzo de adaptación para mantener una temperatura corporal normal (se suda más, las venas se dilatan), es conveniente adaptar la alimentación con el fin de proteger la salud.
Según recomienda el Ministerio de Sanidad, el primer paso para evitar problemas de salud asociados a las altas temperaturas es beber mucho agua o líquidos sin esperar a tener sed, "salvo si hay contraindicación médica". Pero no sirve cualquier bebida. Se aconseja evitar bebidas alcohólicas, refrescos de cola y cualquier bebida muy azucarada. Según explican desde la Clínica Mayo, el alcohol puede afectar la capacidad del organismo de regular la temperatura. No conviene abusar de bebidas con cafeína, pero no pasa nada por tomar algún café o te sin edulcorantes añadidos, ya que también nos hidratarán.
Pero, ¿por qué es tan importante estar hidratado? Pues bien, la sudoración es el mecanismo que emplea el cuerpo para enfriarse. Entonces, cuando hace mucho calor y aumenta la temperatura corporal, el sistema nervioso activará las glándulas sudoríparas para regularla. De esta forma, al mantenernos hidratados, se ayuda al cuerpo a sudar y a mantener una temperatura normal. Si no se bebe suficiente agua para recuperar los líquidos perdidos, entonces se puede producir una deshidratación, lo que puede desencadenar un golpe de calor que puede llegar a ser mortal.
Por su parte, la alimentación no debe verse alterada, sino adaptada a las altas temperaturas. Que sea una dieta que nos ayude a mantenernos hidratados, frescos y que sea digestiva. "Haga comidas ligeras que le ayuden a reponer las sales perdidas por el sudor (ensaladas, frutas, verduras, gazpachos o sopas frías)", señalan desde la web del Ministerio de Sanidad.
Por tanto hay que seguir, como siempre, una alimentación sana y equilibrada que incluya varias piezas de frutas y verduras al día, que tienen un alto contenido en agua y ayudarán a mantenerse hidratado, especialmente aquellas como la sandía, el melón. Por ejemplo, de cada 100 gramos de sandía, 94,6 gramos son agua. También contribuyen a la hidratación el tomate, las fresas, el pepino, los calabacines, el apio o la lechuga.
También se recomienda evitar los alimentos procesados o precocinados, que son más ricos en grasas, azúcares añadidos y sal. Y es que, según explicó a EL ESPAÑOL José María Ordovás, catedrático de Nutrición, el calor hace que una mala alimentación, tanto por exceso de calorías como por falta de hidratación, desequilibre más fácilmente el metabolismo y que tenga efectos inmediatos, como dolor de cabeza, mareos o debilidad muscular. Dentro de la categoría de alimento a evitar se pueden incluir los helados, por su alto contenido en azúcar, y las comidas copiosas.
¿Una infusión en verano?
Aunque se suele pensar que una bebida o un alimento frío será más efectivo para hacer frente al calor, lo cierto es que pasa más bien lo contrario. Por ejemplo, si tomamos una infusión caliente esta nos ayudará a sudar y a liberar calor corporal, por tanto a regular la temperatura y a sentirnos mejor a medio plazo. Por eso calma más la sed el agua del tiempo que la que está muy fría.
Al tomar una bebida muy fría se genera un breve alivio que no dura mucho. Nos refresca la boca, pero poco más. Al ingerir líquido frío, el cuerpo tiene que enfrentarse a una bajada repentina de temperatura y tiene que hacer un esfuerzo para recuperar la temperatura normal. Todo esto supone un gasto de energía que nos acabará por acalorar. Por todo esto, no es ninguna locura tomar un infusión cuando se sienta mucho calor.
Algo parecido sucede con la comida picante. Nos hace sudar y conduce al enfriamiento del cuerpo. De hecho, en culturas como la coreana el lema es "combatir fuego con fuego", según explicaba Ordovás.