No existe una dieta específica ni determinados alimentos que ayuden a prevenir el contagio por Covid-19 pero sí debemos reforzar el sistema inmune frente a cualquier virus con vitamina D, antioxidantes, vitaminas y minerales, ya que esta alimentación puede ayudar a que el pronóstico de un afectado con un sistema más debilitado sea menos grave.
La presidenta del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana, Paula Crespo, ha asegurado a la Agencia EFE que, frente a cualquier virus, alimentos con esas propiedades es lo que deberíamos consumir si queremos tener un sistema inmune reforzado.
Las personas con comorbilidad y un sistema inmune más debilitado son más propensas a agravar su pronóstico, de ahí que haya que estar preparado con una buena alimentación ante los ataques de los virus.
Alimentos clave
La vitamina D que tienen los huevos, las sardinas, el salmón, el aguacate; el calcio de los lácteos; y aquellos alimentos ricos en antioxidantes y minerales, principalmente frutas y verduras.
Pero no basta con comer estos alimentos, también hay que hacerlo de forma variada pues cada antioxidante o mineral tiene su función. "De nada vale que comamos mucho de una cosa y descuidemos los otros alimentos", ha asegurado la experta.
Sobre las frutas y verduras, lo ideal sería tomar dos raciones al día de verduras, una de ellas cruda, y tres de fruta.
Estos consejos deben adoptarse también para mejorar la salud en etapas de menor actividad, como la que hemos vivido durante el confinamiento.
Obesidad
Crespo aboga por que las medidas que fomenten la reducción de peso de la población en general se sitúen al mismo nivel que las medidas higiénicas y de distanciamiento social.
Las personas con obesidad son sujetos de riesgo para el coronavirus aunque no tengan otras patologías como pueden ser afecciones respiratorias o cáncer, según opina la presidenta del Colegio de Nutricionistas, ya que la reducción de peso "sí es una manera de prevención para evitar complicaciones mayores y reducir la gravedad de los riesgos".
Por eso, durante el confinamiento el Colegio de Dietistas-Nutricionistas ya indicó que desde pequeños hemos de aprender a comer, igual que aprendemos a sumar, mediante una asignatura de educación nutricional, y ahora con más motivo una vez aprendidas las lecciones de la Covid-19.
Disponer en casa de frutos secos naturales o tostados, latas de conserva vegetal o de pescado (sardina, caballa, atún) al natural o en aceite de oliva, verduras congeladas o en conserva constituiría "un buen fondo de despensa" para volver a pasar otro confinamiento.
En cuanto a las frutas, las menos acuosas como el plátano, las fresas, los frutos rojos y el kiwi se pueden congelar y contar con ellas para, por ejemplo, preparar helados caseros; y lo mismo con los básicos de carne y pescado, que se pueden congelar al momento.
Las legumbres también forman parte de esta despensa fundamental, pero no así los "alimentos prohibidos", que son los mismos que debemos evitar "en libertad": dulces, bollería, zumos envasados, bebidas azucaradas y energéticas y cereales de desayuno azucarados. Esto "nunca, y menos confinados", advierte la nutricionista.
Crespo ha alertado de que una encuesta reciente destaca que existe un 23 % de población española con sobrepeso y un 17 % con obesidad, unos datos muy altos que reflejan "una pandemia de obesidad", que constituye un problema de salud pública en un país desarrollado.
¿Qué falla? Falta mucha más regulación en publicidad de productos insanos o no recomendables y, en el ámbito educativo, insiste, una asignatura de educación nutricional en Educación Primaria. Estudios hechos en Japón revelan que la asignatura de nutrición que se impartió en los colegios tuvo efectividad en la reducción de peso de la población, lo que demuestra su necesidad, ha reiterado Crespo.
Lamenta que existe una brecha entre el legislador, que tiene el poder de hacer políticas de salud pública, y los profesionales de la alimentación, que cuentan con el conocimiento para que esas políticas sean efectivas en la pérdida de peso de la población.
El cortafuegos habría que ponerlo en los centros de salud, en la Atención Primaria, donde la acción del dietista-nutricionista ayudaría a ahorrar costes sanitarios y derivaciones al hospital, por tanto funcionaría como una estrategia de prevención de salud pública.
Como ejemplo de la eficacia de estas medidas, señala un estudio holandés que refleja que por cada euro invertido en consejos nutricionales se ahorran cuatro a la sanidad pública.
"Necesitamos que se haga una apuesta en salud e invertir en consejos nutricionales para lograr ahorros a largo plazo", ha defendido.