Aunque comienza septiembre y, con ello, que las playas pasen de ser una realidad a un recuerdo, todavía alguna gente está apurando sus últimos días bajo el sol, cuando el tiempo lo permite.
Si bien para muchos es un placer disfrutar tumbado de horas y horas tomando el sol, lo cierto es que nuestra piel puede sufrir mucho por esta práctica tan común que muchas veces acaba con alguna que otra quemadura y la desagradable sensación que causa. Para evitar que esto ocurra es imprescindible embadurnarnos con algún protector solar, en cualquiera de sus múltiples formatos.
No obstante, no hay que olvidar que tras exponer la piel durante muchas horas al sol, aunque tomemos las adecuadas precauciones, la piel puede quedar sensiblemente resentida y generar molestias como ardor o sensación de picor. Para minimizarlo, es necesario mantener una hidratación adecuada.Y en esto, el aloe vera puede ser mucha utilidad.
Una planta para la piel
A pesar de que esta planta, muy conocida en Canarias, se ha puesto más de moda últimamente como superalimento, debido a la tendencia a utilizar su zumo dentro de los tan famosos -y poco saludables- batidos detox, si existe una planta que posee propiedades muy beneficiosas para la piel y que goza de una muy merecida fama como aliada para mantenerla en buena salud, esta es, sin lugar a dudas, el aloe vera.
Esto se debe a que los componentes gelatinosos de la planta ayudan a curar la piel de toda una amplia gama de dolencias menores, gracias a su contenido en betacarotenos, vitaminas del grupo B, vitamina C, mucílagos, minerales, taninos, aceites, ácidos grasos (oleico y linoleico) y aminoácidos.
El aloe vera, de la familia de las Asphodelaceae, pertenece al género Aloe, que cuenta con más de 350 especies vegetales. Las plantas de este género han sido utilizadas desde la antigüedad en la medicina tradicional de muchos países y su uso puede documentarse ya en las civilizaciones más antiguas. Actualmente, la especie más popularizada es el aloe vera L. (aloe barbadensis Miller), originaria de Barbados y cultivada en países de clima cálido. También es de interés el aloe ferox, llamado aloe del Cabo, que se cultiva en África.
A partir de estas dos especies se obtienen dos productos distintos. Por un lado, el acíbar,una sustancia sólida de color oscuro y de sabor amargo, que se extrae mediante incisiones en la epidermis de las hojas frescas y que es rico en derivados hidroxiantracénicos de efectos laxantes. Por otro, el gel de áloe, sustancia mucilaginosa que se obtiene a partir del parénquima o pulpa de las hojas de aloe barbadensis, cuyos principales constituyentes son polisacáridos y que se emplea en higiene, en cosmética y en el tratamiento de diversos problemas de la piel.
Hidratar la piel
El resentimiento causado en la piel por la sobreexposición al sol puede ser tratado con aloe vera, que ayuda a la hidratación, además de calmar cualquier molestia o dolor y devolverla a su estado habitual. Sus propiedades regeneradoras y calmante de la piel ayudará a acabar con el efecto calor que se produce tras una sobreexposición al sol. En menos de veinticuatro horas la piel recobrará su estado habitual. Además, en caso de que suframos alguna quemadura leve, el aloe vera evitará la aparición de ampollas y descamaciones de la piel, contribuyendo a mantener el color más vivo y saludable durante mucho más tiempo.
En el mercado existe una amplia gama de productos a base de aloe vera tanto para antes como después tomar el sol. En este último caso, una de las mejores alternativas es echar mano de gel de aloe puro que tendrá un efecto mayor que cualquier loción aftersun o preparado elaborado a base de aloe vera. Aplicar el gel justo después calmará mucho la piel, al igual que realizar una aplicación ligera cada cierto tiempo para recuperar el estado de la piel. Si tenemos una de estas plantas en casa, también es posible usar las hojas separándolas y presionando para extraer el gel, de modo que podamos aplicarlo directamente sobre la piel.