La obesidad, la desnutrición y el cambio climático son las tres pandemias no infecciosas que ya azotan a la humanidad, formando de forma conjunta lo que ya se conoce como sindemia global. Por separado ya son fenómenos peligrosos por sí mismos, pero en su conjunto se sabe que ya causan grandes estragos a la humanidad, de forma diferenciada según la zona del planeta que se analice.
Es por ello que encontrar tratamientos o algún tipo de solución para paliar, e incluso erradicar, estos males siempre es bien recibido.
En este caso, en cuando a la obesidad se refiere, un nuevo trabajo presentado en el Congreso Europeo e Internacional de Obesidad sugiere un nuevo tratamiento médico que podría incluso ser una alternativa a la cirugía como tratamiento contra la obesidad en los hombres: inyecciones de testosterona.
Así mismo, considerar la obesidad como una enfermedad y buscar tratamientos contra la misma con tiempo podría mejorar muchas otras enfermedades.
La alternativa a la cirugía
Según se hace eco el periódico anglosajón The Times, esta nueva investigación sugiere que los bajos niveles de testosterona en los hombres obesos serían clave para pensar un nuevo tratamiento: al recibir inyecciones de la hormona de forma artificial, se lograría una dramática pérdida de peso.
En anteriores investigaciones ya se habría demostrado que la obesidad reduce los niveles de testosterona: por cada aumento de un punto en el índice de masa corporal o IMC, se produce una reducción de un 2% de testosterona.
Para llegar a tal conclusión los investigadores analizaron datos de registros médicos alemanes a lo largo de 11 años. Entre dichos datos, se objetivó que aquellos individuos con un grado de obesidad más elevado, y a la vez los mejores candidatos para recibir una cirugía bariátrica, eran también los que más se beneficiarían de las inyecciones de testosterona.
En este caso, al aplicar una terapia con inyecciones de testosterona a 59 de los hombres del estudio, en lugar de iniciar otros tratamientos como la cirugía bariátrica, se logró una pérdida de peso de hasta 30 kg de media.
Aún así, como bien comenta Farid Saad, consultor de Bayer AG en Berlín e investigador principal del trabajo, esta potencial terapia con inyecciones de testosterona debería discutirse previamente con los pacientes, explicando que se trata de una potencial alternativa a la cirugía bariátrica. Así mismo, también debería considerarse este tratamiento en el caso de pacientes que, por el motivo que sea, no puedan someterse a este tipo de cirugía.
Dar importancia a la obesidad
Por otro lado, en este mismo congreso, otro trabajo independiente también concluyó que existe una significativa reticencia a considerar la obesidad como una enfermedad, y a buscar soluciones para la misma. En este caso, se analizaron datos de Reino Unido, donde se detectó que hasta el 50% de los individuos no han pedido ayuda jamás a su médico, ni a ningún otro profesional de la salud, para poder perder peso o al menos mejorar su salud en dicho aspecto.
De hecho, se calcula que de media, solo en Reino Unido las personas obesas intentan perder peso por su cuenta durante una media de 9 años antes de consultar a ningún profesional de la salud, en comparación a los 6 años que se suele tardar en el resto del mundo de media.
Todos estos años de retraso aumentan el riesgo de desarrollar o empeorar enfermedades como la diabetes tipo 2, la apnea obstructiva del sueño, la hipertensión, las enfermedades cardio y cerebrovasculares y diversos tipos de cáncer.
Perder peso, ganar salud
Para finalizar, en otra investigación del mismo congreso, de observó que perder hasta un 13% del peso corporal en individuos obesos podría reducir el riesgo de diabetes tipo 2 hasta un 44%.
Para llegar a dicha conclusión se analizaron datos de más de 550.000 adultos de Reino Unido por parte de la farmacéutica Novo Nordisk A/S, de origen danés.
Además de reducir el riesgo de diabetes, perder un 13% del peso corporal reduciría el riesgo de apnea del sueño un 27%, la presión arterial en hasta un 25% y el colesterol en hasta un 22%.
El estudio fue observacional, es decir, tan solo analizó datos y detectó asociaciones entre pérdida de peso y reducción de factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, eso no implicaría una demostración como tal de que la pérdida de peso sea la causa directa. Aún así, dada la enorme evidencia científica relacionada entre la pérdida de peso y las mejoras sobre la salud corporal, no sería descabellado afirmar que sí existe una potencial causa-efecto en este ámbito.