Las patatas y las cebollas son dos ingredientes imprescindibles en cualquier cocina de España. Estos dos alimentos se utilizan en infinidad de recetas típicas del país, ya sea por separado o juntas, como es el caso de la riquísima tortilla de patatas. Pero la combinación de ambas no siempre funciona, por ejemplo, a la hora de guardarlas en la despensa.
Uno de los errores más comunes es almacenar las cebollas junto a las patatas, ya sea en un mismo cajón o en una cesta. Lo ideal para su conservación es que estén separadas para que no se estropeen.
¿Y a qué se debe esto? Pues bien, hay que empezar diciendo que las frutas y verduras desprenden de forma natural un gas llamado etileno que es el responsable de su maduración, como es el caso de las cebollas. También que hay alimentos sensibles al etileno como las patatas, según explica la web de Ozeano, una empresa especializada en la conservación de productos vegetales durante el transporte refrigerado y almacenamiento.
De esta forma, si se guardan las cebollas junto a las patatas, estas segundas se echarán a perder antes. Esta mala práctica puede esta relacionada con el hecho de que ambos alimentos tienen una duración parecida. Pero como hemos señalado lo mejor es que ni se rocen en la despensa. Dicho esto, ¿cuál es la forma idónea de almacenado para que duren más tiempo frescas?
Empezamos por la patata, un tubérculo rico en hidratos de carbono, que también aporta potasio, vitamina C, B6 y carotenoides a la dieta.
Si las patatas que hemos comprado en el supermercado van envasadas en bolsa de plástico, hay que sacarlas de ahí nada más llegar a casa. Lo mejor es almacenarlas en un lugar que transpire, como puede ser en una cesta, en una bolsa de tela o en una caja de cartón que tenga el interior cubierto con papel de periódico. Después habrá que colocarlas en un lugar oscuro, seco y donde la temperatura ronde los 7 y 11 grados, pero nunca en la nevera.
Como explicó EL ESPAÑOL en este artículo, la luz provoca reacciones fisiológicas dentro dentro de la patata que harán que se vuelva amarga y que desarolle un tono verdoso. Además, la luz y el calor desencadenan la producción de solanina, un químico que si se ingiere en grandes cantidades puede causar intoxicación en los humanos.
Ahora es el turno de las cebollas, un alimento fuente de potasio, que contribuye al funcionamiento normal de los músculos y del sistema nervioso. También es fuente de vitamina C, que favorece la protección de las células frente al daño oxidativo, además son ricas en flavonoides, también con propiedades antioxidantes.
Sobre dónde almacenarlas en casa, como hemos dicho siempre deberán estar lejos de las patatas, en un lugar con poca luz, fresco y ventilado. Se pueden almacenar en una bola de papel con unos pequeños agujeros para que circule el aire. También en una cesta o en una malla.
¿Y si se guardan en la nevera? Según señala la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, las frutas y verduras deben ir en los cajones del frigorífico. Pero lo cierto es que la humendad de la nevera favorece la formación de mohos, por lo que lo mejor las cebollas vayan a la despensa. No obstante, si aún así se quieren guadar en la nevera, un truco para reducir la humendad y que se conserven mejor es envolverl as cebollas en papel absorbente.