El agua embotellada se ha implantado con fuerza en España pero, ¿realmente es mejor que la del grifo? ¿Es recomendable beber unos dos litros al día? En 2010 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) dictaminó que el estado normal de hidratación de la persona podría alcanzarse mediante un amplio rango de ingestas de agua, gracias a mecanismos homeostáticos de control.
En 2016, un informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) descartó la idea de que la población general ande deshidratada. Mientras, la Agencia de Salud Pública de Cataluña, en su guía sobre alimentación más reciente de 2018, Pequeños cambios para comer mejor, recomienda que se beba en función de la sed.
Por tanto, y ante la duda, "bebe agua del grifo, siempre que sea potable, en función de tu sed y si tu médico te dice lo contrario, posiblemente padezcas alguna de las pocas enfermedades en las que está justificado beber sin tener sed o beber un agua especial", afirman en Beber sin sed (Paidós) el pediatra Carlos Casabona y el dietista-nutricionista Julio Basulto, quienes aseguran que "no se necesita entonces beber dos litros de agua al día".
Para nuestro bolsillo y para el planeta es mucho mejor el agua del grifo, según resalta Casabona en una entrevista con Infosalus, quien remarca que con respecto a nuestra salud "no hay problemas, por lo general, con ninguna de las dos". Eso sí, advierte de que el gasto anual de consumir agua mineral puede estar sobre los 150 euros, mientras que si bebemos agua del grifo nos quedamos en un económico y ecológico euro.
Así, insiste en que para nuestro organismo son iguales, en líneas generales, otra cosa es que no nos acabe de gustar su sabor en algunas localidades, aunque todo es cuestión de acostumbrarse, porque el sabor de la cerveza o de la tónica no es que sea muy agradable y nos habituamos.
En concreto, estos expertos afirman en su libro que el agua del grifo es económica y saludable, siempre que sea potable. Además, señalan que las aguas minerales no son medicinas, aunque lo digan sus envases, al mismo tiempo que advierten de que consumir agua embotellada tiene un elevadísimo coste ambiental.
¿Y cuál es la mejor de todas las aguas minerales que podemos beber? Según aclara, hay muchas marcas distintas pues las procedencias de los manantiales marcan la composición que cambia en electrolitos y sales minerales. "En general, si una persona no tiene ningún problema de salud, como por ejemplo, hipertensión arterial, puede tomar la que más le guste, pero si no, debe de consultar con su médico cuál sería mejor para su padecimiento", aconseja.
Lo que sí advierten en el libro es que el consumidor no se deje llevar por diseños muy atractivos y alegaciones falsas ('te rejuvenece', 'te aligera el peso', 'te revitaliza', entre otros eslóganes falsos) para sacarte los cuartos, pues se han llegado a ver aguas que cuestan 5 y 6 euros el litro. "Un auténtico disparate", mantienen, al mismo tiempo que señalan que el agua embotellada supone una agresión enorme para el medio ambiente, algo que actualmente se debe tener muy en cuenta".
Dureza del agua
Un argumento muy utilizado para defender el consumo de agua embotellada es que la del grifo suele ser más dura o con más residuo seco, y su sabor suele ser peor. "Opinamos que la dureza del agua no debe ser impedimento para beberla, salvo que nos lo diga un nefrólogo en bata blanca. Y que el consumo de aguas duras puede contribuir a cubrir las necesidades de calcio y magnesio del organismo", añaden.
La OMS en 2011 publicó un monográfico precisamente sobre la Dureza del agua potable en el que explicaba que entre las sustancias que determinan la dureza del agua predominan el calcio y el magnesio. "El hierro, el manganeso o el zinc también contribuyen a su dureza, pero menos. Este parámetro se expresa en miligramos de equivalentes de carbonato de calcio por litro. Si es inferior a 60, se trata de un agua blanda", precisa.
Ahora bien, señalan que las entidades de referencia son conscientes de que la dureza influye en el sabor o en las propiedades organolépticas del agua. Así, en las aguas potables, la dureza suele oscilar entre los 10 y los 500 miligramos de equivalentes de carbonato de calcio por litro.
"Para la OMS, el agua con una dureza superior a 200 miligramos por litro puede formar incrustaciones en tuberías o depósitos y si la dureza es inferior a 100 mg/l las puede corroer en el largo plazo. No obstante, en los sucesivos informes que ha dedicado a esta cuestión el ente sanitario internacional, no ha encontrado pruebas científicas convincentes de que la dureza del agua causa un efecto adverso en los humanos", añaden Basulto y Casabona.
En España puedes averiguar cuál es la calidad del agua de consumo humanos, aunque existe un buen control de la misma, a través de la web del ministerio de Sanidad, en el sistema de información nacional de aguas de consumo (SINAC), o puedes preguntar a tu consejería de sanidad o a tu ayuntamiento.