Si hay unas galletas populares en España y en el mundo entero, esas son las galletas María. Pese a que se trata de un alimento perjudicial, esta variedad de galleta redondita que se empezó a producir de forma masiva en España tras la Guerra Civil, ha formado parte de nuestros desayunos y meriendas desde que éramos unos niños. Y no sólo eso, además, ha sido utilizada en multitud de ocasiones como ingrediente para elaborar postres varios como las natillas o como base para hacer tartas de chocolate.
Sin embargo, lo que la mayoría de la población desconoce es por qué las galletas María -y también otras variedades como las galletitas saladas- tienen agujeros. Esos agujeritos minúsculos que aparecen en la masa no son para mejorar su capacidad de empape cuando las hundimos en la leche ni para evitar que se rompan a la mínima de cambio tras ser mezcladas con cualquier tipo de fluido. En realidad, la industria realiza estos orificios durante el proceso de fabricación con otro objetivo.
"Estos pequeños orificios de ventilación permiten que el vapor escape durante el proceso de horneado, lo que evita que las galletas se eleven, minimizando las burbujas del aire", cuentan desde Data on Food, una cuenta de divulgación científica relacionada con la seguridad alimentaria y la industria. Lo cierto es que si no existieran estos agujeros, las galletas no se hornearían correctamente debido a los ingredientes que intervienen en el proceso.
"La masa de la galleta contiene muchas burbujas de aire y, cuando se calienta el horno, estas bolsas de aire se expanden", cuentan. "Para evitar que estas burbujas se expandan y estallen, una máquina llamada docker hace agujeros en la masa para permitir que el aire escape y la galleta pueda hornearse correctamente". De esta forma, se consigue minimizar el número de burbujas de aire que se producen y se consigue que las galletas acaben siendo planas y crujientes, y no una plasta irregular como suele ocurrir cuando las hacemos en casa.
La disposición de los agujeros es también muy importante ya que de ello depende la textura de las galletas. "Deben colocarse a la misma distancia, de lo contrario, las galletas pueden resultar ser muy duras o demasiado blandas. Si están muy cerca entre sí, las galletas se secan y son difíciles de masticar. Si los agujeros terminan demasiado lejos, se desintegrará la galleta", explican desde Data on Food.
Sea como fuere, lo que no debemos olvidar es que las galletas son un alimento ultraprocesado que perjudica tu salud. Los especialistas han advertido en distintas ocasiones que no hay ninguna galleta industrial que sea sana. Su contenido en azúcar es desmesurado y, además, para su elaboración se utilizan grasas perjudiciales, e ingredientes como el jarabe de glucosa, que no hacen ningún bien a nuestro organismo.