Desde hace décadas es sabido que la carne roja se consume en exceso en el mundo occidental, incluyéndose España.
De hecho, un reciente informe sugirió que en nuestro país se come hasta cuatro veces más carne roja de la recomendada: hasta 525 gramos semanales, cuando la recomendación oficial es no superar los 125 gramos semanales por persona.
Sin embargo, la reducción de su consumo, e incluso su sustitución por parte de otros alimentos ricos en proteína vegetal podría ser una buena solución: reemplazar la carne roja por legumbres, frutos secos, granos integrales, productos lácteos e incluso huevos reduciría el riesgo cardiovascular, según un estudio de The BMJ.
Las mejores alternativas
Según este nuevo trabajo, existe una evidencia significativa de que el exceso de consumo de carne roja, tanto procesada como no procesada, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en general, e incluso el riesgo de muerte.
Además, la carne roja procesada en especial sería la peor opción, siendo en este caso la que más aumentaría el riesgo de muerte y enfermedades crónicas, sobre todo enfermedades cardiovasculares. El problema es que los estudios no suelen comparar el riesgo entre la carne roja y otras fuentes con similares cantidades de proteínas y calorías.
Por ello, un grupo de investigadores de EE.UU. examinó la relación entre el consumo de carne roja total, y el consumo de la carne roja procesada y sin procesar por separado, con el riesgo de sufrir cardiopatía coronaria. Además, también se analizaron los posibles efectos de sustituir la carne roja por otras fuentes proteicas y sus efectos sobre dicho riesgo cardiovascular.
En este caso, usaron datos de 43.272 hombres estadounidenses, de 53 años de media, los cuales participaron en el Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud. Todos ellos completaron un cuestionario dietético en 1986, y lo repitieron cada cuatro años, hasta 2016. Además, también proporcionaron información sobre su historial médico y estilo de vida.
Durante los 30 años de seguimiento, se produjeron 4.456 eventos cardiovasculares, 1.860 de los cuales fueron letales.
Tras tener en cuenta otros factores de riesgo cardiovascular, se llegó a la conclusión de que el consumo de carne roja en general aumentaba el riesgo de cardiopatía en un 12%. Por separado, la carne roja no procesada aumentaba el riesgo un 11%, y la carne roja procesada un 15%; no había demasiada diferencia.
Reducción del riesgo
Sin embargo, al comparar el consumo de carne roja con el consumo de otras fuentes de proteína vegetal de forma combinada, tales como frutos secos, legumbres y soja, se detectó una reducción del riesgo de un 14% en general. Y ese riesgo se reducía aún más entre los hombres de 65 años, siendo hasta un 18% menor, en comparación con la carne roja procesada.
Así mismo, la sustitución de la carne roja total por otros alimentos, tales como cereales integrales y productos lácteos, también reducía el riesgo de enfermedad cardiovascular. Por su parte, sustituir la carne roja procesada por huevos también reducía el riesgo en ese caso particular; de hecho, en los hombres más jóvenes, esta sustitución de carne procesada por huevos llegaba a reducir el riesgo hasta un 20%.
Por su parte, la sustitución de carne roja por pescado no pareció alterar el riesgo, aunque los investigadores sugieren que esta situación podría deberse a los métodos de cocción usados (pescado frito), y al hecho de que en el grupo de análisis también se incluyeron pescados procesados.
Limitaciones del estudio
Aunque los resultados obtenidos son significativos, el estudio no deja de tener algunas limitaciones a tener en cuenta. Por un lado, cabe recordar que se trata de un estudio observacional donde no es posible establecer una causa, sino tan solo asociaciones, a pesar de ajustar parámetros como los factores personales y estilo de vida.
Además, los participantes del estudio eran todos profesionales de la salud, de raza blanca, algo que podría alterar la aplicación de estos hallazgos a otros grupos poblacionales y otras razas.
Aún así, se trata de un estudio con una muestra de gran calibre, con tres décadas de datos en total. Por tanto, los investigadores sugieren que el consumo total de carne roja, tanto procesada como sin procesar, debería tenerse en cuenta como factor de riesgo cardiovascular, independientemente de otros factores dietéticos y no dietéticos, y que su sustitución podría reducir dicho riesgo.