Existen ciertos alimentos que sólo tomamos durante la Navidad. Los mazapanes, el roscón de Reyes o el cava son productos muy típicos de esta época en España y resulta muy extraño consumirlos en cualquier otro momento. Sin embargo, también existe otro alimento menos famoso que únicamente se deja ver una vez al año y con motivo de estas comilonas familiares: el huevo hilado.
Para quienes no lo conozcan, este alimento tiene la forma de una madeja de hilos de color naranja intenso que suele colocarse en lo alto de los canapés, enrollado con una loncha de jamón de York —o de pavo o de carne— o, también, en los márgenes de un plato a modo de matojo decorativo. La finalidad de este ingrediente ha sido, durante años, aportar una nota de color y de sofisticación a los aperitivos caseros de la Navidad.
Sin embargo, con los años este producto se ha quedado desfasado y está clasificado en el género de alimentos que el portal de El Comidista bautizó como "comida viejuna de Navidad". A este grupo pertenecen las elaboraciones que, además de sabrosas, pretenden ser artísticas y, con tal fin, se decoran también con láminas de pimiento morrón, aceitunas o espárragos blancos.
Azúcar oculto
El huevo hilado no es un producto saludable, pero tampoco destrozará nuestra salud. Las porciones que nos llevamos a la boca son de pequeño tamaño porque su interés es más visual que gastronómico. Vamos, que no es habitual encontrar personas que se lo coman solo y en cantidades industriales. De todas formas, esa brizna amarilla que colocamos en nuestros aperitivos añade una buena cantidad de azúcares que es mejor evitar.
Este alimento es un bocado realmente dulce, pero es habitual encontrarlo en recetas saladas como contrapunto. La receta tradicional del huevo hilado sólo contiene tres ingredientes: la yema de huevo, el azúcar y el agua. Con los dos últimos se hace un almíbar en el que se cuajan los hilos de la yema de huevo. Aunque puede hacerse en casa, lo más habitual es comprarlo en el supermercado, donde no hay muchas opciones entre las que elegir.
El más común es el que comercializa la empresa Santa Teresa y que es bastante fiel a la receta original: en el envase se explica que únicamente contiene yema de huevo y azúcar. Además, afirman que el huevo forma el 90% del producto y, el resto, el azúcar. Sin embargo, cuando se consulta la tabla de valores nutricionales se observa que por cada 100 gramos de producto, este huevo hilado tiene 23,9 gramos de azúcares.
La suma del azúcar
El huevo es un alimento que contiene menos de un 1% de hidratos de carbono y, por tanto, no contiene azúcares naturales. Santa Teresa también cuenta con una versión sin azúcar de huevo hilado, en la que utilizan edulcorante para lograr un sabor dulce similar al original, pero con una cantidad menor de calorías.
De todas formas, existen otros huevos hilados del supermercado que contienen una cantidad mayor de este ingrediente tan perseguido por los profesionales de la salud. Este que puede encontrarse en El Corte Inglés emplea un 74% de yema de huevo y, según el etiquetado, tiene un 31 gramos de azúcares por cada 100 gramos de producto. Por esta razón, al utilizar este ingrediente en nuestras recetas navideñas debemos tener en cuenta que en torno al 25% y al 30% de su composición está formado por azúcar.
A pesar de que el huevo hilado se consume en pequeñas porciones, es parte del menú de Navidad, que se caracteriza por contener más alimentos azucarados, grasas poco saludables y bebidas alcohólicas. Por esta razón, este adorno contribuye a aumentar el exceso de azúcares y de calorías que suponen las cenas y comidas de estas fechas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que reduzcamos el consumo de azúcares libres por debajo del 10% de la ingesta calórica total. Si lo reducimos, incluso, por debajo del 5% desciende en gran medida el riesgo de enfermedades no transmisibles.