Los mejillones son un tipo de molusco muy consumido en España, tanto en su forma envasada en lata como en su forma de tapa al vapor o en salsa marinera, siendo esta última un manjar para muchos consumidores si se prepara de la forma adecuada.
Sin embargo, no son pocos los que suelen hablar de los mejillones como meros "aspiradores" de contaminación marina. Y la realidad, según los estudios, es que no les falta razón: "Si comes mejillones, comes microplásticos". Esa es al menos la sentencia del Christian Laforsch, profesor de la Universidad de Bayreuth y autor principal de un estudio publicado recientemente en la revista Environmental Pollution.
Para llegar a esta desazonadora conclusión, Laforsch y sus colegas investigaron la carga de microplásticos de cuatro especies diferentes de mejillones comercializados en supermercados de doce países de todo el mundo. Si bien es cierto que ya se sospechaba que los mejillones contenían en su interior una carga nada desdeñable de microplásticos, tan solo se había podido confirmar en determinadas regiones océanicas específicas.
En este caso, se corroboró la sospecha: todas las muestras analizadas contenían partículas microplásticas, y se detectaron hasta nueve tipos diferentes de plástico, siendo el polipropileno (PP) y el tereftalato de polietileno (PET) los tipos más comunes.
Para poder hacer un análisis comparativo en mejillones de diferentes tamaños, se usó un gramo de carne de mejillón como referencia fija. En este caso, se detectaron entre 0,13 y 2,45 partículas microplásticas de media por cada gramo de mejillones, siendo las muestras de mejillón del Atlántico Norte y del Pacífico Sur las más contaminadas. De hecho, investigar el contenido de microplásticos en los mejillones permitiría saber, de forma indirecta, qué nivel de contaminación existe en sus respectivos hábitat.
En este caso las especies estudiadas fueron el mejillón azul europeo, el mejillón de concha verde, el mejillón venus ondulado y la almeja venus del Pacífico. Todos ellos se compraron en tiendas de comestibles, siendo algunos de ellos procedentes de cultivos, mientras que otros procedían de capturas silvestes del Mar del Norte, Mar Mediterráneo, Océano Atlántico, Océano Pacífico Sur, el Mar de China Meridional y el Golfo de Tailandia.
Por su parte, las partículas microplásticas tenían un tamaño de entre 0,003 y 5 milímetros, pudiendo analizarse gracias a una purificación enzimática especial y un análisis químico mediante espectrometría de infrarrojos tipo micro-Fourier (micro-FTIR) y espectroscopía Raman.
De hecho, no es la primera vez que se ha investigado la potencial contaminación de algunos organismos a raíz de los microplásticos, existiendo ya varias investigaciones anteriores al respecto. El problema es que los resultados disponibles sólo pueden compararse entre sí de forma muy limitada al usarse métodos analíticos diferentes. En este estudio, según hacen hincapié los investigadores, se han combinado las últimas tecnologías y procedimientos con el objetivo de que sus resultados sean más fácilmente comparables en futuras investigaciones.
Por ello, inciden, el trabajo no solo ha sido capaz de investigar la contaminación de las aguas de forma indirecta al estudiar varias especies de mejillones de diferentes puntos del planeta, sino que también destaca la forma mediante la cual han realizado sus análisis. Entre todo, esperan, se podrá avanzar más en el estudio de los riesgos de los microplásticos tanto para la salud de las especies marinas como para los seres humanos, consumidores a su vez de estas especies.