La naranja es una de las frutas más populares de nuestros fruteros, un superalimento del que conocemos al dedillo prácticamente todas sus propiedades y beneficios, pero todavía esconde algunos secretos saludables y otros que no lo son tanto aunque llevemos toda la vida creyendo lo contrario. El fruto del naranjo dulce, el Citrus sinensis, es originario del sureste de China y el norte de Birmania. Llegaron al área mediterránea hace unos 3.000 años por la Ruta de la Seda y fueron los árabes los que lo introdujeron en el sur de España en el siglo X. No obstante, las naranjas dulces no se popularizaron en el resto de nuestro país hasta 1450, cuando se comenzó a extender su cultivo por toda Europa.
Lo primero que uno sabe sobre la naranja es que tiene mucha vitamina C y, por supuesto, es así. De hecho, una pieza de tamaño medio aporta unos 82 mg de este ácido ascórbico cuando son 60 mg la ingesta diaria recomendada. Sin embargo, esta fruta es mucho más que eso. La Fundación Española de Nutrición (FEN) destaca también su contenido en antioxidantes como los flavonoides, carotenoides, ácidos hidroxicinámicos y ácidos orgánicos, además de ser fuente de folatos, unas sustancias que actúan en la formación de las células sanguíneas. Estos nutrientes ayudan a nuestro sistema inmunitario reforzando las defensas y las paredes celulares, neutralizando también a los radicales libres.
La fibra de la naranja, la llamada pectina, contribuye a reducir y regular los niveles de colesterol y su contenido en minerales como el potasio, el calcio y el magnesio ayuda a fortalecer los músculos, proteger los huesos y la dentadura, y cuidar de las articulaciones. También son necesarios para fluidificar la sangre y evitar la formación de coágulos, y su contenido en colina ayuda en los trastornos del sueño, el movimiento muscular, la memoria y el aprendizaje. Destaca entre sus beneficios la absorción de la grasa y la reducción de la inflamación, así como su contribución para favorecer la absorción del hierro. Funciona también como una fruta depurativa al estimular la eliminación de líquidos.
Valor nutricional de la naranja
El valor nutricional por 100 gramos comestibles de naranja, según la FEN, es la siguiente:
Calorías: 42 kcal
Proteínas: 0,8 g
Grasas totales: 0 g
Hidratos de carbono: 8,6 g
Fibra: 2 g
Calcio: 36 mg
Magnesio: 12 mg
Potasio: 200 mg
Fósforo: 28 mg
Variedades de la naranja
Las naranjas se dividen en dos grupos diferenciados, las dulces y las amargas. Entre las primeras (Citrus sinensis) distinguimos algunos de sus tipos:
-Navel. Se produjo en una mutación espontánea en Brasil que data de 1820. En su interior nos encontramos una especie de hueco ocupado por un segundo fruto, como una mini naranja. Su sabor es dulce y es utilizada para comer fresca.
-Blancas o Valencia. Proceden de las anteriores, pero son algo más blancas. No poseen ese fruto interior y preferiblemente se emplean para hacer zumo, aunque algunas variedades se consumen como naranja de mesa.
-Sanguinas. Esta tipología apareció en 1929 en un huerto de Almenara, en Castellón, por la mutación de otra variedad. Es más pequeña, con pocas semillas y corteza fina y brillante con tintes rojos intensos. Se encuentran solo en los meses de enero y febrero. Dan un zumo de sabor más intenso.
En el segundo grupo están las naranjas amargas, agrias o pérsicas (Citrus aurantium). En España recibieron el nombre de Sevillanas. Su sabor es amargo puesto que su árbol era cultivado desde tiempos antiguos como una variedad meramente ornamental y para obtener fragancias de sus frutos. También se emplean para elaborar mermeladas, confituras y esencias.
Cómo tomar la naranja
Quizás cometas el error de pensar que la forma más sana de tomar la naranja es exprimiendo su zumo y tomándolo con rapidez para que no se le vayan las vitaminas, tal y como advertían nuestras madres. Sin embargo, la vida adulta nos ha traído otra certeza: cuando sacamos el jugo de la fruta se pierde su fibra y sus azúcares pasan a ser perjudiciales. Vamos, que además de engordar hay estudios que advierten de que aumentaría las posibilidades de sufrir un cáncer.
Por todo esto es importante saber que la forma más sana de tomar naranja es comiendo la fruta entera y fresca. Es decir, retirando la monda, pero sin sacar también esa capa blanca que se encuentra inmediatamente debajo porque en ella se encuentran "muchos contenidos inetresantes, con muchos antioxidantes", explica el médico y nutricionista Miguel Ángel Martínez-González en su libro Salud a ciencia cierta.
El albedo, que así se llama esta capa que solemos desechar porque su sabor amargo y su textura, tendría un contenido de compuestos fenólicos entre 15 y 20 veces superior al de los gajos, con lo que convendría empezar a acostumbrarse a no retirarlo por completo. También es importante recordar que la naranja, al igual que el resto de los cítricos, podría generar problemas de acidez estomacal y tener efectos adversos en la placa dental si se consume en exceso.
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