La pasta es una de las señas de identidad de la gastronomía italiana, sin embargo, varias voces declaran que su origen no está en el país de la bota, afirmando que Marco Polo trajo los fideos desde China. Algo que varios historiadores ponen en entredicho por las diferencias entre fuentes que relatan las historias del mercader aventurero. Además, en aquella época, los chinos elaboraban los fideos con mijo y no con trigo. Resulta complicado señalar un solo origen de este preparado, pero lo que está claro es que, a día de hoy, Italia y la pasta parecen un binomio indivisible.
La clave de este alimento es que es fácil de preparar, combina con casi cualquier cosa y es una fuente de carbohidratos. "Hay que comer hidratos todos los días, más de un 50% se calcula, es decir, más de la mitad de la comida que ingerimos han de ser hidratos como el de la pasta, el arroz, el de los cereales en general", afirma Yago Pérez, dietista especializado en el Tratamiento de Enfermedades -alergias, intolerancias, hipertensión y diabetes.
Existen, principalmente, dos tipos, seca y fresca. Esta última está compuesta de sémola de trigo no integral y huevo. Teniendo en cuenta que la opción más saludable es la pasta integral, encontrarla fresca es una tarea hercúlea, siempre suele estar en los supermercados seca.
La pasta integral, más sana
Aunque no hay que preocuparse, ya que la farmacéutica Marián García, conocida como Boticaria García, en su libro El jamón de York no existe. La guía para comprar saludable y descubrir los secretos del supermercado, explica que la versión fresca no tiene ventajas sobre la seca, integral o no integral. La razón es que la primera se obtiene usando harinas refinadas, por lo que, a la hora de elegir un tipo de pasta en concreto, la integral seca es la mejor opción.
Los beneficios que aporta respecto a la pasta normal, es que cuenta con el salvado y la fibra que se pierde durante el proceso de refinado, ya que para su elaboración se utiliza harina integral. Estos componentes disminuyen la descomposición del almidón en glucosa, manteniendo un nivel constante de azúcar en sangre y haciendo este alimento idóneo para las personas con diabetes, gracias a los carbohidratos de lenta absorción. A diferencia de los azúcares simples, estos son más complejos de digerir y su energía dura más tiempo.
La fibra y el sobrepeso
La fibra de la pasta integral reduce el colesterol en sangre y limpia el tracto digestivo, mejorando notablemente la digestión. También, en su versión integral, la pasta es más saciante por lo que puede contribuir a perder peso, como revela un estudio realizado en el Hospital Universitario Federico II de Nápoles, Italia. Además, minerales esenciales como el selenio, el cobre o el magnesio, presentes en este alimento, pueden proteger de algunos tipos de cánceres, como desvelan distintos estudios.
Por ejemplo, la investigación realizada por científicos de la Universidad Agrícola de Cracovia, Polonia, desvela que la deficiencia de magnesio también puede estar asociada con la inflamación y el aumento de los niveles de radicales libres, dos factores que podrían causar daño oxidativo en el ADN.
Respecto al cobre, un grupo de científicos de la Universidad de Deakin, Burwood, en Australia, ha estudiado los complejos de cobre que regulen los niveles de este mineral en el cuerpo, como terapia contra el cáncer. Revelando que el cobre ya es reconocido como un factor limitante para múltiples aspectos de la progresión del cáncer como el crecimiento, la angiogénesis y la metástasis. Otra de las bondades de este preparado es que se ha asociado con un menor riesgo de enfermedad cardíaca, cáncer colorrectal, diabetes y obesidad.
La forma de cocinar la pasta
Al igual que ocurre con muchos otros alimentos, las propiedades de la pasta pueden varias en función de su preparación. "Es recomendable tomar pasta integral 2-3 veces por semana", según las recomendaciones nutricionales de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) en su Guía de Alimentación Saludable. "Podría comerse pasta todos los días, teniendo en cuenta la ingesta que hay que hacer de carbohidratos, pero también se puede combinar con otros cereales, pan de maíz o arroz", ha apuntado el nutricionista.
Lo ideal es hacerla al dente, es decir, que no esté muy blanda, dejándola cocer menos tiempo, ya que la pasta muy hecha aumenta la glucemia el doble que la que está más consistente. Otro truco para bajar el índice glucémico de la pasta es no consumirla en el momento, sino dejarla enfriar y comerla al día siguiente. Una idea que ahora en verano se aprovecha mejor, haciendo ensaladas de pastas con verduras y acompañamientos más ligeros que el sofrito de la versión caliente.
Según las recomendaciones del plato de Harvard, el plato debe contener un 50% de verduras, un 25% por las proteínas y un 25% por los hidratos de carbono, como los de la pasta. Por lo que, según este baremo, sería un alimento ideal para consumir a diario. En cuanto a la cantidad diaria razonable, 70 gramos en crudo, sin cocer, sería lo ideal. Combinada siempre con otros alimentos saludables como espinacas, salmón, gambas o espinacas.