Con la llegada de septiembre, el final del verano está cada vez más cerca. Sin embargo, todavía quedan algunos meses para seguir disfrutando de una de las frutas favoritas de esta estación: el melón. Si bien la temporada de melones termina en poco menos de un mes, en los supermercados de España es posible encontrarlos durante el otoño, debido a que también se cultivan en invernaderos.
El melón es una fruta muy apropiada para el verano porque contiene casi un 93% de agua: en esta estación aumentan las probabilidades de deshidratación y, en este sentido, el consumo de frutas y verduras puede ser un buen complemento al consumo de agua. Ahora bien, como casi la totalidad de la composición de los melones está formada por agua, se trata de una fruta que contiene pocos nutrientes si se compara con otras.
Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), los melones cuentan con apenas 28 kilocalorías por cada 100 gramos de peso. Es decir, se trata de un alimento con un valor energético muy bajo. Por detrás del agua, su contenido más abundante son los hidratos de carbono —que representan un 6% de la composición total— y que están formados por azúcares como la fructosa, la sacarosa y la glucosa. El 1% restante está compuesto por fibra.
Melones hembra
Aunque el contenido de azúcares pueda parecer muy bajo, un buen melón se caracteriza por su sabor dulce. De todas formas, todos sabemos que encontrar uno de esos melones es, prácticamente, una lotería. Según vamos dejando atrás el verano, los melones que compremos serán, con frecuencia, más insípidos. Eso sí, existe un truco para reconocer en el supermercado los melones con un sabor más dulce.
Probablemente no sepas que los melones pueden ser tanto machos como hembras, melón o melona. Aunque su aspecto exterior no ofrece demasiadas pistas sobre si estamos delante de él o de ella, sí que se diferencian en su interior en un aspecto muy importante. Los melones hembra se consideran más deseables porque su carne es más dulce que la de los machos. Estos melones cuentan con un detalle en su piel que los delata.
Los melones más frecuentes en los supermercados españoles son los de la variedad piel de sapo, que se caracterizan por su piel de color verde y con manchas. Pero, además, el exterior de los melones suele estar recorrido por unas líneas de un color más claro. Mientras que las estrías de los melones macho van de punta a punta del melón, las de las melonas forman círculos que parten desde la marca del tallo.
El mejor melón
De esta manera, cuando vayamos a la frutería a elegir un melón, además de observar si sus extremos ceden —lo que significa que se encuentra en un momento óptimo para el consumo—, podemos comprobar la dirección de las líneas de su piel y, con ello, averiguar si estamos ante un melón más dulce. Durante el verano, los melones son una fruta muy demandada y en muchos hogares de nuestro país se consume de manera diaria.
En este sentido, tomar melón todos los días no representa ningún peligro para nuestra salud. De hecho, es un hábito saludable. Su contenido en agua contribuye a que nos mantengamos hidratados, pero, además, los melones contienen una buena cantidad de potasio. Este micronutriente ayuda a regular la tensión arterial y, por tanto, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El melón cuenta con la mala fama de provocar indigestión a quien lo toma por la noche, antes de irse a dormir. Sin embargo, esta creencia es falsa: los melones pueden tomarse a cualquier hora del día sin que afecten a nuestra salud. El melón se puede tomar frío, sin embargo, es posible que siente mal si, después de tomar una cena copiosa, tomamos un melón demasiado frío, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL.