Un equipo de investigadores ha demostrado que una dieta cetogénica muy baja en calorías (VLCKD) tiene efectos altamente beneficiosos para reducir la grasa y que, además, esta intervención nutricional involucra mecanismos epigenéticos, un hallazgo clave para tratar la obesidad y buscar nuevas terapias propias de la medicina personalizada.
El hallazgo, publicado en la revista Clinical Nutrition y liderado por científicos del CIBEROBN, demuestra por primera vez la relación entre este tipo de dieta y la epigenética -las circunstancias ambientales que modifican la expresión de los genes- en la obesidad. Liderado por los grupos de Ana B. Crujeiras y Felipe F. Casanueva del IDIS-CHUS de Santiago, el estudio evaluó los efectos de la dieta VLCKD sobre los niveles de metilación del ADN en pacientes obesos.
El estudio se hizo con 21 pacientes que recibieron una dieta cetogénica (emula los efectos del ayuno en el organismo) y pautas para modificar su estilo de vida durante 6 meses, y los resultados se compararon varias veces con los de doce voluntarios con peso normal.
Al analizar los niveles de metilación de ADN en leucocitos de sangre periférica, los investigadores identificaron 786 genes que presentaban diferencias en la metilación después de la dieta VLCKD, genes relacionados con procesos biológicos involucrados en la función del tejido adiposo, la función neurológica, el desarrollo muscular y otros procesos metabólicos.
En particular, el perfil de metilación después de la dieta fue similar al perfil observado en individuos de peso normal. Se comprobó además que este perfil se correlacionaba con cambios en la expresión de la familia de las ADN metiltransferasa (DNMT), que son enzimas modificadoras del ADN que desempeñan un papel crucial en la regulación de su metilación, expone Crujeiras, autora principal del estudio.
La investigación demostró que este tipo de intervención nutricional puede inducir una pérdida de hasta 20 kg de peso, sobre todo de grasa visceral, y de preservar la masa muscular.
"Además, los pacientes que siguen esta intervención nutricional presentan una reducción en el apetito, mejoras en la calidad del sueño, en la función sexual y, en definitiva, en la calidad de vida global", afirma Crujeiras.
El estudio recuerda que nuestro ADN puede verse modificado por su exposición a factores ambientales como la alimentación, el ejercicio físico, factores tóxicos, el estrés, etc que pueden provocar modificaciones químicas a nuestro ADN, sin modificar su estructura.
Son nuestros hábitos, conducta y entorno los que propician estas modificaciones. Y dentro de nuestra forma de vida, juega un papel importante la dieta: “Nuestra forma de alimentarnos puede aumentar o disminuir la predisposición a desarrollar algunas enfermedades”.
"De forma muy sencilla, podríamos decir que las modificaciones epigenéticas son como señales de circulación que se añaden a los genes; algunas facilitarán su aceleración; otras, en cambio, ralentizarán su funcionamiento. Si las señales son erróneas, es cuando se desencadenan las enfermedades", sostiene Crujeiras.
El estudio concluye que, aunque los cambios epigenéticos del ADN son heredables, también reversibles. Por una parte, el ambiente y el estilo de vida son capaces de modular la expresión génica para mejorar la salud; y, por otra parte, sabiendo la predisposición genética a engordar, a tener colesterol o un mayor apetito por dulce o hambre emocional, se puede mejorar el presente y el futuro con una intervención nutricional personalizada.