La hormona del hambre o grelina es conocida por su función para estimular el apetito, al contrario que la leptina, que provoca sensación de saciedad. Conocer el funcionamiento de ambos tipos de hormonas, así como de otras sustancias colaboradoras, encajaría piezas cruciales para resolver ese puzle que llamamos obesidad y que afecta a un 22% de personas en toda España.
Ahora, un estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism sugiere que los niveles de la hormona del hambre o grelina en ayunas tendrían relación con la pérdida de grasa abdominal, y ayudarían a mejorar la sensibilidad a la insulina, mejorando así la salud cardiometabólica.
La grelina aumenta durante el ayuno nocturno habitual -cuando dormimos- y sus niveles vuelven a reducirse cuando nos alimentamos. Este proceso hace aumentar a su vez los niveles de leptina, produciendo la mencionada sensación de saciedad, y completando el ciclo de la nutrición en un contexto saludable.
En el nuevo ensayo clínico, los investigadores plantean que la dieta es capaz de producir un aumento de los niveles de grelina en ayunas, que se asociaría con pérdida de grasa y mejor sensibilidad a la insulina.
En otras palabras, los individuos con niveles más elevados de grelina en ayunas tras una pérdida de peso también tendrían un menor riesgo cardiometabólico en general, y un menor riesgo de sufrir diabetes en particular.
Para llegar a esta conclusión, Iris Shai y sus colegas de la Universidad Ben-Gurion del Negev (Berr-Sheva, Israel) y de la Escuela TH Chan de Salud Pública de Harvard (Boston, EEUU) realizaron un ensayo clínico con 294 participantes que fueron seguidos durante 18 meses.
Todos los participantes sufrían obesidad abdominal o niveles elevados de colesterol o grasas en sangre, y fueron asignados al azar a tres tipos de dietas: pauta dietética saludable estándar, dieta Mediterránea y dieta Verde-Mediterránea.
Todos los participantes recibieron comida por parte de los investigadores, y tanto su alimentación como su ejercicio físico fueron seguidos y monitorizados. Además se les proporcionaron pautas dietéticas e instrucciones de ejercicio individualizadas.
En el caso de la dieta Verde-Mediterránea, se trataría de una dieta Mediterránea basada en alimentos de origen vegetal, que evitaría totalmente las carnes rojas, como ya explicamos en su momento en EL ESPAÑOL.
Según los hallazgos del estudio, los participantes que siguieron la dieta Verde-Mediterránea, la cual se basaba en lenteja de agua o Mankai y té verde lograron aumentar hasta dos veces más sus niveles de grelina en ayunas en comparación a los participantes que llevaban a cabo una dieta Mediterránea tradicional o una dieta saludable estándar.
Cabe destacar, por otro lado, el uso de alimentos tan llamativos como Mankai y té verde en el caso de la dieta Verde-Mediterránea, más si cabe teniendo en cuenta el origen del estudio, Israel, donde es más fácil realizar una dieta Mediterránea tradicional.
Esta dieta mayormente basada en plantas suele destacar precisamente por evitar carnes rojas o procesadas, priorizando los alimentos vegetales en general, incluyendo granos enteros y frutos secos, además de proteínas vegetales como fuente esencial proteica. También se consume carne de ave, aunque en muy poca cantidad, mucho menor que en la dieta Mediterránea tradicional.
Los autores sugerirían que estos niveles elevados de grelina podrían explicar en parte por qué esta versión verde de la conocida dieta Mediterránea también mejora otros aspectos de la salud, como el microbioma intestinal, reduce la grasa hepática y, en definitiva, mejora más los parámetros de salud cardiometabólica en comparación a otras dietas.
De hecho, sugieren, la grelina en ayunas sería un factor hormonal esencial que marcaría la diferencia en otros aspectos, como es el caso de la mejora en la sensibilidad a la insulina y la reducción grasa general y visceral. Pero, como es habitual, será necesario seguir investigando para discernir cómo y por qué se produce esta relación entre grenila y salud cardiometabólica.