El pulpo es una de las tapas más populares con las que contamos en España. La pesca de este animal es especialmente relevante en Galicia, de donde también procede la famosa receta del polbo á feira. Sin embargo, por muy típico que sea este cefalópodo cocido en nuestra idiosincrasia culinaria, la mayor parte del pulpo que se come en nuestro país es de fuera. Concretamente, de nuestros vecinos del sur: Marruecos.
Según recoge este reportaje de EL ESPAÑOL y amplía Consumidor Global, las razones por las que se compra son, básicamente, dos: la primera es el descenso del número de capturas de pulpo en Galicia y, la segunda, el aumento de la demanda de este plato. Ambos tipos de pulpo son de la misma especie, pero las condiciones en las que se han criado les hace tener características diferentes. Se suele decir que el español es mejor, pero el de Marruecos también puede presentar una gran calidad.
Si bien existen personas que son capaces de distinguirlos por el sabor, las características más fáciles de reconocer son físicas. En este sentido, el pulpo de Galicia habita en ecosistemas marinos con rocas y en los que hay una gran variedad de mariscos de los que puede alimentarse; en cambio, el pulpo de Marruecos vive en fondos de arena y su alimentación es diferente. Estas condiciones terminan por marcar su apariencia y sabor.
¿Cómo diferenciar el pulpo marroquí del gallego?
Algunos de los rasgos más característicos del pulpo gallego es que es más oscuro que el de Marruecos, tiene los tentáculos más finos y entrelazados y, en general, es más pequeño. Esto se debe, principalmente a su alimentación, la dieta alta en crustáceos y moluscos le confiere una tonalidad más oscura y sus tentáculos están adaptados para atrapar con mayor efectividad a sus presas entre las rocas de las rías gallegas.
El proceso de cocción de ambos tipos de pulpo también puede ser muy revelador a la hora de concretar su procedencia. Cuando se mantiene este alimento demasiado tiempo en el agua después de cocerse, el de Galicia tarda poco tiempo en pelarse. La piel roja del pulpo marroquí se mantiene durante más tiempo pegada a la carne y, por eso, muchos pulpeiros lo prefieren desde un punto de vista estético. Además, el pulpo de Galicia es significativamente más pequeño después de cocerse que el que procede de África.
Por supuesto, también existe una diferencia de sabor entre ambos cefalópodos. Una vez más, la dieta del pulpo es la responsable directa de estas diferencias: al estar alimentado a base de marisco, el gallego es, supuestamente, más sabroso. De todas formas, es muy posible que las personas menos acostumbradas al sabor del pulpo no puedan encontrar la diferencia entre ellos. Aunque se dice que el marroquí es algo menos sabroso, su consumo está muy extendido en España y en Galicia porque sigue siendo bastante aceptable.
Un bocado saludable
El aumento de la demanda del pulpo en nuestro país y, concretamente, en Galicia ha llevado a un encarecimiento de esta tapa. En el reportaje de EL ESPAÑOL citado anteriormente se explica que hace unos años una ración de este manjar en un bar o en un restaurante rondaba los 6 o los 8 euros y, ahora, se suelen pagar a unos 12 o 14 euros. En este sentido, el pulpo marroquí sale a cuenta a los pulpeiros: es más grande, su piel resiste más y el sabor es bueno.
Si te estabas preguntando si el polbo á feira es bueno para la salud, sí que lo es. Se trata de un bocado con muy pocas calorías: según la Fundación Española de Nutrición (FEN), 100 gramos de este producto suponen 51 kilocalorías. Esto se debe a que más del 88% de su composición está formada por agua, que no aporta energía ni nutrientes. De todas formas, la carne de este animal se caracteriza por contener más de un 10% de proteínas de alta calidad biológica y una cantidad ínfima de grasa.
Dentro de los micronutrientes que contiene el pulpo destaca el selenio, un mineral con función antioxidante y muy importante para el sistema tiroideo y el metabolismo de los lípidos. Consumir las cantidades diarias recomendadas de selenio —unos 70 microgramos en el caso de los hombres y 55 en el de las mujeres— es importante para la reproducción y también para las defensas frente a las infecciones.