La microbiota intestinal o microbioma es un factor esencial en múltiples enfermedades metabólicas, incluyendo el sobrepeso y la obesidad. Se ha sugerido que algunas moléculas, como los prebióticos y los probióticos tendrían cierto potencial para paliar o evitar estas enfermedades, aunque la evidencia científica aún es escasa, como recordaba Consumidor Global.
Ahora, un grupo de investigadores ha querido ir más allá, estudiando el papel de los simbióticos, es decir, aquellos alimentos que contienen tanto probióticos como prebióticos, cuya acción conjunta o sinérgica potenciaría la acción de ambos factores por separado. En este caso, se ha realizado una revisión sistémica donde se han seleccionado 25 artículos científicos entre los 185 inicialmente analizados, buscando un posible efecto beneficioso del consumo de simbióticos y la prevención de la obesidad.
Como bien recuerdan los autores del nuevo trabajo, publicado en la revista Nutrients, la conocida como dieta occidental, caracterizada por el consumo de ultraprocesados, grasas saturadas, azúcares libres y escaso contenido en fibra, junto a un estilo de vida mayoritariamente sedentario, habría triplicado los niveles de obesidad desde el año 1975 hasta el momento actual. Se trata de una patología crónica que ya es vista como una epidemia y uno de los mayores desafíos de salud pública en el siglo XXI.
Si bien es cierto que el modelo actual explica que el sobrepeso y la obesidad serían la última consecuencia de un desequilibrio entre calorías consumidas y calorías gastadas, los últimos trabajos al respecto siguen sugiriendo que esta enfermedad es multifactorial y más completa que esa simple resta, donde hay que tener en cuenta multitud de factores. Uno de dichos factores sería la disbiosis, es decir, un desequilibrio y una menor diversidad de microbioma intestinal característico de las personas que sufren obesidad respecto a aquellas que no la sufren.
Este desequilibrio bacteriano podría tener efectos sobre el procesado de los alimentos y cuánta energía total se extrae de los mismos, pudiendo potenciar o no el almacenamiento de grasa en el organismo, e incluso potenciando el consumo exceso de alimentos. En este aspecto, los prebióticos y probióticos podrían ser claves para paliar parte de las posibles causas de la enfermedad.
Por un lado, los prebióticos se definirían como "un sustrato usado selectivamente por los microorganismos del huésped, otorgando beneficios para la salud", mientras que los probióticos son "microorganismos vivos que, tras ser ingeridos en cantidades específicas, ejercerían beneficios para la salud del huésped". La unión de ambos sería un simbiótico, "una mezcla de microorganismos vivos y sustratos usados selectivamente por los microorganismos del huesped, otorgando así beneficios para la salud del mismo".
El nuevo trabajo se centró específicamente en los efectos que tendrían los probióticos y simbióticos sobre aspectos como el peso corporal y la masa grasa tanto en personas sanas como en personas con sobrepeso u obesidad.
Según sus resultados, el consumo tanto de probióticos como de simbióticos, ya sea usando una sola cepa bacteriana o múltiples, sí otorgaría efectos positivos sobre la pérdida de peso en personas con sobrepeso u obesidad. En particular los autores destacan algunos microorganismos como L. gasseri, diferentes cepas de L. acidophilus solas o junto a cepas del género Bifidobacterium o Lactobacillus; todas ellas mostraron beneficios en cuanto a pérdida de peso se refiere incluso cuando no existía una restricción calórica en las dietas de las personas estudiadas. Sin embargo, cabe destacar que los estudios analizados no solían superar las 8 semanas totales. Además, la mayoría de los ensayos combinaban dietas hipocalóricas y ejercicio físico, por lo que no es posible concluir que la pérdida de peso se deba a los probióticos o simbióticos de forma parcial o total.
De forma más específica, algunas cepas como L. gasseri tendrían diferentes efectos según la dosis consumida: a bajas dosis podría reducir la grasa abdominal y el peso corporal total, pero a dosis más altas este microorganismo también reduciría la grasa subcutánea abdominal, lo que indicaría que una dosis demasiado baja podría reducir su efectividad real.
Cómo lo logran
Una duda lógica es la forma en la que probióticos y simbióticos potenciarían la pérdida de peso. Según los autores, existirían diferentes mecanismos: por un lado, los probióticos serían capaces de recuperar las uniones estrechas entre células epiteliales, reduciendo la conocida como permeabilidad intestinal y evitando el paso de bacterias hacia zonas delicadas, reduciendo por tanto la inflamación intestinal. Por otro lado, esta reducción de la inflamación aumentaría la sensibilidad a la insulina, mejorando en última instancia la sensación de saciedad.
Aún así, los autores de la revisión recuerdan que el uso de probióticos y simbióticos como estrategia para perder peso aún no se considera un tratamiento factible y real debido a la falta de regulación de estas sustancias a nivel comercial, con graves fallos a nivel de etiquetado de los mismos, tanto en su formato fresco (alimentos fermentados naturales) como en forma de suplementación artificial.
Para finalizar, como limitaciones a esta revisión, los autores mencionan que los estudios han usado dosis muy diferentes entre sí, y algunas cepas bacterianas resisten mejor el almacenamiento o la forma de administración, pudiendo dar lugar a diferentes efectos según si se consumen en forma de productos lácteos (yogures por ejemplo) o de forma artificial en forma de cápsula. Así mismo, otro punto en contra es la duración de los estudios, que oscilaba entre las 4 y las 36 semanas, pero la mayoría de los cuales descubrían efectos positivos apenas duraban 12 semanas en total.