A partir de cierta edad, el cabello tiende a volverse menos denso y más quebradizo. El 70% de la población en España sufre algún tipo alopecia con el tiempo, una pérdida del pelo que algunos llevan con resignación y otros con orgullo. Sin embargo, y aunque pesan los factores genéticos, la caída del cabello no siempre es irreversible, especialmente si ocurre por causas ambientales que, con atención y cuidado, se pueden evitar. Es el caso de lo que se conoce como efluvio telógeno.
Un hecho que conocemos todos, aunque a la vista resulta casi imperceptible, es que nuestro cabello se renueva constantemente. "En una persona sana, el número total de cabellos oscila entre 100.000 y 150.000, encontrándose la mayoría en fase de crecimiento activo o anágeno y un pequeño porcentaje cercano al 10% en fase de reposo o telógeno. Al final de este periodo, los cabellos en fase telógena caen y vuelve a iniciarse un nuevo ciclo de crecimiento”, explica en su página web la Academia Española de Dermatología y Venereología. Esto supone que, de forma ordinaria, podemos perder hasta 100 pelos al día.
El problema aparece cuando, por algún motivo, muchos de los folículos pilosos pasan antes de tiempo a la fase telógena, es decir, cuando se reduce sustancialmente el número de ellos en los que crece el cabello, con la consiguiente pérdida. Este escenario es el que se diagnostica como efluvio telógeno y, entre otras muchas circunstancias, puede asociarse a una pérdida de peso rápida y drástica o a determinadas actuaciones para intentarlo.
Dietas de choque y restrictivas
El vínculo entre las dietas rápidas y la caída del cabello se ha documentado en investigaciones desde la década de 1970. La razón se encuentra en que pueden suponer una deficiencia de las calorías y nutrientes que el cabello necesita para un crecimiento adecuado, entre ellos ácidos grasos esenciales, zinc o proteínas. También puede influir el estrés que, en muchos casos, pueden generar seguir determinadas pautas de alimentación.
En esta línea, un estudio de 2015 en 180 mujeres con pérdida de cabello difusa encontró que las causas más comunes de pérdida de cabello eran la deficiencia de hierro y el estrés psicológico. Otros déficits de calorías en general pueden provocar la caída del pelo.
Dietas bajas en proteína
Aunque las dietas bajas en proteínas no sean necesariamente dietas de choque, lo cierto es que también pueden generar problemas en relación con el cabello. Los aminoácidos, los componentes básicos de las proteínas, son esenciales para el crecimiento del pelo. Esto se debe a que son necesarios para la producción de queratina, su principal proteína estructural.
Cuando no se satisfacen las necesidades de proteínas, el cuerpo debe establecer prioridades, anteponiendo funciones más importantes que dependen de las proteínas, como la reparación de tejidos, la digestión, la regulación del equilibrio del pH y el agua y la producción de hormonas. Aunque para muchos sea importante, lo cierto es que el crecimiento del cabello no es esencial para mantenerte con vida. Por tanto, este puede ser una de las primeras víctimas si las proteínas son insuficientes.
Cirugías de adelgazamiento
Una opción entre quienes intentan perder peso es acudir directamente a la cirugía. Sin embargo, algunos tipos que los alimentos pasen por alto parte de los intestinos, lo que provoca una mala absorción de nutrientes y aumenta el riesgo de deficiencias. Esto, como hemos visto, puede ser causa de pérdida de cabello.
En esta línea, un estudio de 2018 que incluyó a 50 personas que se sometieron a una gastrectomía en manga, un procedimiento quirúrgico que extirpa una gran parte del estómago, observó pérdida de cabello en el 56% de los participantes.
En particular, los participantes con pérdida de cabello tenían niveles mucho más bajos de zinc y vitamina B12 antes y después de la cirugía. Otro estudio con 112 mujeres, en este caso de 2020, apuntaba en la misma línea, tras advertir que el 72% de los participantes experimentaron pérdida de cabello después de la cirugía.
Se puede prevenir
Ante alguno de los escenarios señalados, la solución pasa, necesariamente, por tratar de perder peso buscando fórmulas saludables y sostenibles. En lugar de optar por alguna de las muchas dietas que de vez en cuando se ponen de moda pero son de dudosa efectividad, conviene apostar por alguna equilibrada que garantice que la pérdida de peso no se logrará a costa de los nutrientes necesarios.
En cambio, si se opta por una cirugía para bajar de peso, asegúrese de que sus niveles de nutrientes como zinc, hierro y vitamina B12 sean óptimos antes del procedimiento e, incluso, valorar la posibilidad de tomar las medidas necesarias para complementarlos.
En cualquier de los casos, la mejor decisión es que todo ello se haga de forma planificada y de la mano de profesionales competentes que puedan ayudar a dar respuesta a cualquier problema que pueda surgir.