El 7 de octubre, España entraba en riesgo bajo por Covid-19 al bajar la incidencia a 14 días, por primera vez en más de un año, de los 50 casos por cada 100.000 habitantes. Una semana después, el día 14, la tasa bajaba hasta 40,52 casos y todo parecía ir sobre ruedas. Incluso la ministra de Sanidad Carolina Darias, rectificaba su idea de que las mascarillas se mantuvieran hasta la próxima primavera indicando que podríamos librarnos de ellas una vez pasaran los virus otoñales.
Después de dos meses bajando la incidencia, parecía que la tendencia era imparable y que el fin de la pandemia estaba a la vuelta de la esquina. Después de todo, las vacunas son efectivas y, en cuanto los adolescentes y los veinteañeros, principales damnificados de la quinta ola, estuvieran inmunizados ya no habría de qué preocuparse.
Una vez más, el SARS-CoV-2 nos ha recordado que es un hueso duro de roer. Poco a poco desde ese 14 de octubre, la incidencia del virus ha ido creciendo y, aunque todavía está por debajo de 50 (este lunes se situaba en 46,38), solo ha habido un día en que ese aumento se haya tomado un descanso.
"Observamos un parón en la tendencia, pero necesitamos tener una serie un poco más larga para saber si se trata de algo puntual de los últimos días o es que es imposible bajar más y la transmisión comunitaria nos va a seguir acompañando", observa Jonay Ojeda, vocal de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas).
No obstante, "nuestra postura es que, técnicamente, es posible bajar más la incidencia acumulada: en junio del año pasado se consiguió bajar de 10 a nivel nacional". El especialista considera que la causa de este parón no es tanto el levantamiento real de las restricciones en las últimas semanas, cuando las comunidades empezaron a levantar la mano en los aforos de los locales, como el cambio en la percepción el riesgo y la consiguiente relajación en las precauciones personales.
Algo similar advierte Joan Caylá, portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología. "En Madrid hemos visto las calles súper animadas, con cantidad de gente en todas partes, sin mascarilla, y eso implica favorecer los contagios y las tranmisiones".
Solo tres CCAA siguen bajando
Según los últimos datos dados a conocer por el Ministerio de Sanidad, el aumento de la incidencia es casi total en todos los territorios: solo Cantabria (43,75), Extremadura (33,37) y La Rioja (27,51), así como las ciudades autónomas de Ceuta (15,44) y Melilla (22,97), siguen reduciendo sus números desde el día 14. Otras como Castilla-La Mancha (37,55) siguieron bajando y han empezado a repuntar.
El resto de comunidades aumenta, pero algunas lo hacen con más fuerza que otras. La Comunidad Valenciana (49,14) y el País Vasco (72,28) han crecido casi 20 puntos en estos once días; Baleares (66,24) lo ha hecho 15 puntos, Navarra (68,21) ha ascendido 14. Por edades, todas las franjas crecen, si bien lo hacen especialmente los que están entre 30 y 39 años (51,22) y entre los 60 y 79 años (44,03 hasta los 69 años, 42,32 los mayores).
El aviso no se queda ahí. En octubre, la ocupación hospitalaria y la de camas de UCI se reducido paulatinamente, pero desde el viernes a este lunes han crecido de forma muy ligera. Así, el 1,47% de las camas de hospital están ocupadas con pacientes Covid, además del 4,8% de las de UCI.
La sexta ola, de momento, no ha llegado a España, que se mantiene como el país europeo con la incidencia más baja después de Malta. Alemania, Suecia, Portugal y Francia se mantienen por debajo de los 100 casos, pero en Bélgica contabilizan casi 400 y en Reino Unido van por 894.
Caylá sostiene que estamos viendo un cambio en Europa y que España, a pesar de los mejores datos, no es ajena. "Está estancada y, lamentablemente, seguimos la tendencia de los otros países".
Son varios los países que han decretado la vuelta de ciertas restricciones, como toques de queda (Letonia o Rumanía), el certificado Covid para entrar en bares y restaurantes (Bulgaria) e incluso una semana de vacaciones 'extra' en Rusia para que los empleados no vayan a sus lugares de trabajo y eviten contagiar a sus compañeros.
Fuera de Europa, China ha decidido confinamientos, cerrar lugares turísticos y suspender servicios de transporte público en diversas zonas del país al observar con aumento de los casos: 39 más este lunes y más de cien la pasada semana. Aunque los números puedan ser de risa, se han llegado a suspender las maratones de Wuhan y Pekín.
'Convivir' sin bajar la incidencia
De confirmarse ese cambio de tendencia en España, Ojeda no cree que haya que regresar a medidas estrictas de reducción de la movilidad, pero quizá sí de aforos y horarios y, por supuesto, no tocar la mascarilla. Sobre todo porque el camino hacia el invierno se adivina como una cuesta arriba, con la vacunación estancada, la vuelta a los interiores con el frío y los puentes festivos de Todos los Santos y de la Constitución/Inmaculada Concepción, con lo que ello implica en términos de contactos con familia y amigos y movilidad.
"La situación epidemiológica tendría que empeorar mucho para plantear restricciones más duras: no sería solo cuestión de un repunte de contagios sino de que algún colectivo se viera especialmente afectado", algo que no parece probable, indica Ojeda.
Con todo, el experto en Salud Pública señala que no está clara la posibilidad de 'convivir' con estas incidencias a la espera de que la pandemia remita, pese a que España goza de una situación mucho mejor que el resto de Europa.
"No está tan claro que sea viable, el invierno va a ser un momento clave". A pesar de ello, llama a la prudencia. "La situación no es mala, es mejor que la de nuestros vecinos, pero todo puede cambiar".
Joan Caylá, por su parte, vería razonablemente fácil la implantación del pasaporte Covid, no solo para controlar los interiores de bares y restaurantes sino también para animar a los jóvenes a vacunarse. "En Francia ha ayudado a aumentar las coberturas en esas edades".
Sin embargo, y más allá de los reveses judiciales en varias comunidades autónomas,el epidemiólogo considera que debería resolverse a nivel nacional. Después de todo, "si se implanta en una, la gente puede irse de fiesta a otra donde no lo esté".