Llevamos toda la vida comiendo galletas sin saber que, en realidad, no son tan buenas para nuestra salud. Por lo general, los desayunos y las meriendas en España no son demasiado saludables. Nos hemos acostumbrado a tomar alimentos muy dulces, con muchas calorías y con muy pocos nutrientes interesantes. Los cereales azucarados, los bollos industriales y, por supuesto, las galletas están hechas de harinas refinadas, mucho azúcar y grasas.
Estos productos se llevan consumiendo desde hace mucho tiempo, pero ahora se hace con más frecuencia. Las abuelas eran expertas en eso de hornear galletas y bizcochos, pero, en general, su dieta contenía muchos menos productos ultraprocesados y los hacían de manera esporádica. Su consumo era menos peligroso que ahora: las galletas de nuestro tiempo se compran en el supermercado y nuestra alimentación es de peor calidad.
Somos una generación más sedentaria que las que nos han precedido y consumimos más alimentos de origen industrial. Por eso, unas galletas son más dañinas para nosotros, pero, además, no existe ninguna en el supermercado que sea saludable. Así lo expresa la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en su último estudio sobre estas galletas. En él advierten de que incluso las mejor puntuadas son ultraprocesados; algo que ya habían contado a EL ESPAÑOL el dietista-nutricionista Carlos Ríos y la farmacéutica Marián García, conocida en redes como Boticaria García.
El coste de una galleta
Los productos ultraprocesados son aquellos que han sido manufacturados por la industria alimentaria y que se caracterizan por contar con una larga lista de ingredientes. Suelen tener un alto número de azúcares añadidos y grasas refinadas que reducen los beneficios del alimento a partir del cual se producen e, incluso, los convierten en perjudiciales. El alto consumo de ultraprocesados se ha relacionado con un mayor riesgo de mortalidad y con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y oncológicas.
Para realizar el estudio, la OCU seleccionó una muestra de 305 productos de galletas y observó la categoría del Nutriscore en la que fueron clasificados. Lo más llamativo de este análisis es que este sistema sugería que ocho de cada diez galletas infantiles del supermercado no son saludables y hasta 253 estaban comprendidas dentro de las clases D y E, que representan los productos de peor calidad nutricional.
El principal problema que llevó a estas galletas a obtener tan malos resultados es su alto contenido de azúcares añadidos: "uno de cada tres gramos de este tipo de galletas es directamente azúcar". Sólo un selecto grupo de 15 galletas alcanzó las categorías A y B, las mejores. Eso sí, se trataba de galletas tradicionales —casi siempre estilo María— que llevaban edulcorantes en vez de azúcar. El organismo explica que estas son las menos atractivas para los niños.
Las 'mejores' del 'súper'
De todas formas, por mucho que hayan recibido una clasificación A en Nutriscore, estas galletas no deben consumirse de manera diaria. En vez de azúcares, llevan polialcoholes, "un tipo de edulcorantes cuyo consumo puede tener efectos laxantes, más en niños si cabe por su bajo peso corporal. Pero es que el resto de ingredientes no son mejores: grasas saturadas, que pueden sumar otro tercio del peso, harinas refinadas, aromas y todo tipo de aditivos", resume la OCU.
Las mejores galletas del súper, según la OCU, son las Classic María 0% sal-azúcares añadidos de la marca propia de Carrefour, que son las únicas con una clasificación A en Nutriscore. Están hechas con harina refinada, maltitol y una larga lista de aditivos que, si bien son seguros para el consumo humano, confirman que su elaboración es industrial y muy procesada. En segundo lugar se encuentran las Chiquilín 0% azúcares añadidos de Artiach y la medalla de bronce es para las Dinosaurus a cucharadas Cookienss, también de Artich. Estas últimas son 0% azúcares, pero tampoco llevan edulcorantes. Ahora bien, sus harinas son también refinadas.
La OCU sugiere que las galletas queden para un consumo esporádico y que los desayunos y meriendas contengan fruta y frutos secos. También recomiendan las rebanadas de pan integral que pueden acompañarse con aceite de oliva, tomate, hummus o guacamole o, incluso, un par de onzas de chocolate —siempre y cuando tengan, como mínimo, un 70% de cacao—.