Aunque no sucede en absolutamente todas las grandes superficies de comestibles, sí que es muy corriente y habitual encontrar que los supermercados no tienen ventanas; o, si las tienen, solo están en la parte delantera de la tienda pero no a los lados ni al fondo. Pero eso no solo sucede en España, sino en gran parte del mundo.
Si nos paramos a pensar en ello, tiene cierto sentido: no se va a un supermercado a admirar su diseño o valorar sus características arquitectónicas, se va a comprar alimentos y demás productos necesarios. De hecho, es muy probable que el hecho de tener ventanas desviase la atención del consumidor. Y los supermercados suelen echar mano de diversos trucos para mantener toda nuestra atención y nuestro tiempo en la compra del momento.
Que los supermercados y las pequeñas tiendas de comestibles carezcan de ventanas de forma más o menos habitual no es fruto del azar, y hay varias razones para ello. La primera y principal, como hemos comentado, es intentar mantener a los consumidores dentro del supermercado y sin distracciones el máximo tiempo posible: las tiendas intentan crear un entorno separado del exterior, donde no hay lluvia, ni sol ni ninguna otra inclemencia atmosférica; todo el enfoque está dispuesto en la experiencia de compra.
Inmersión en el 'súper'
Así mismo, esta técnica también evita que los consumidores sepan qué hora del día es, es decir, notar que está oscureciendo y que deben darse más o menos prisa para volver a casa si se diese el caso. En conjunto, las tiendas de comestibles buscan crear una experiencia de compra "inmersiva"
Por otro lado, mantener la luz del día fuera de las tiendas también puede ayudar a preservar el bienestar de los productos, sean comestibles o de otra índole, dado que muchos de ellos pueden estropearse si se exponen a la luz solar de forma directa. De hecho, este tipo de luz puede hacer que las etiquetas de los envases se desgasten y lleguen a desvanecerse con el tiempo.
Por su parte, el hecho de poner ventanas o escaparates en exceso también disminuiría el espacio disponible para exhibir productos: las paredes periféricas o exteriores pueden contener los artículos más pesados al poseer fuertes soportes estructurales. Por no hablar del coste, dado que es significativamente más caro montar y mantener ventanas y escaparates, sobre todo para las tiendas minoristas que buscan abaratar costes siempre que sea posible.
A todo ello hay que añadir posibles problemas de seguridad, dado que una ventana o escaparate sería un potencial punto de entrada a una tienda por parte de los amigos de lo ajeno, y en el caso de las tiendas minoristas se suele reducir al máximo la cantidad de puntos de entrada disponibles para potenciar la seguridad de la tienda en cuestión.
Tiendas que van a contracorriente
A pesar de que esta práctica sea habitual, algunas tiendas han intentado ir a contracorriente y probar tiendas con mayor cantidad de ventanas y escaparates, y por tanto con más luz natural. Uno de esos casos es la empresa alemana Aldi, la cual también es conocida en España, y cuyas grandes superficies actuales suelen poseer más ventanales respecto a las anteriores construcciones.
En su caso, el éxito ha sido mixto: en una tienda algunos productos de pan de jenfibre se derritieron tras la exposición a la luz solar, y se ha necesitado reemplazar el vidrio con paneles especialmente diseñados para reducir la potencia de calor y radiación ultravioleta del sol, aunque no es una técnica que se haya popularizado mucho de momento.
Cabe destacar, para finalizar, que existen estudios a favor de más ventanales en las tiendas: un trabajo del Laboratorio Nacional de Energía Renovable de 2002 sugirió que los compradores se sentían mucho más cómodos cuando había más luz natural alrededor de las tiendas, y también eran capaces de identificar mejor tanto los productos como a las personas presentes en la tienda. Pero cabe destacar que este trabajo evaluó la luz natural en espacios comerciales en general, y no solo en tiendas de comestibles.